XXVI Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Introducción a las lecturas
Las lecturas del AT siguen hablándonos del retorno del pueblo que estaba en el
exilio. Baruc reconoce que lo que el pueblo ha sufrido ha sido consecuencia de
sus pecados, por lo cual asegura que, arrepintiéndose, Dios lo perdonará y lo
restablecerá. Y el profeta Zacarías afirma que, una vez reconstituido, el pueblo
vendrá a ser para otros pueblos lugar de encuentro con Dios. Por ser fiel, será
mediador. La nueva etapa se inaugura con una solemne liturgia en torno al libro
de la ley, símbolo de la alianza, cuya observancia devolverá al pueblo su
identidad y garantizará su futuro de prosperidad.
En los pasajes evangélicos de esta semana, Lucas comienza a hablarnos de la
marcha de Jesús hacia Jerusalén, donde consumará su misión con la entrega de
su vida. Destaca, pues, en el horizonte la perspectiva de la Pascua, como
también la preocupación de Jesús por preparar a sus discípulos para la misión
que tendrán que llevar a cabo después de su partida. Se nos habla de tres tipos
de discípulos que quieren seguir a Jesús y de las exigencias de éste para con
ellos; de la misión de los 72 (anticipo de la misión futura a los paganos); de la
lamentación de Jesús sobre las ciudades que no han querido acoger su palabra;
y, por el contrario, de su júbilo porque la revelación de Dios se ha dirigido con
preferencia a los “pequeños” y no a los sabios. Un júbilo impulsado por el
Espíritu, que mueve a Jesús a dar gracias al Padre por ese admirable designio
(es un texto claramente trinitario: Jesús –el Hijo-, el Espíritu y el Padre aparecen
íntimamente relacionados).
Con permiso de dominicos.org