XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Maldita riqueza, Bendita la pobreza...
...BENDITA LA RIQUEZA COMPARTIDA CON LOS POBRES Y LA EMPLEADA
PARA EVANGELIZAR A LOS POBRES
Jesús propuso esta parábola: Había un hombre rico que se vestía con ropa finísima
y comía regiamente todos los días. Había también un pobre, llamado Lázaro, todo
cubierto de llagas, que estaba tendido a la puerta del rico. Pues bien, murió el
pobre y fue llevado por los ángeles al cielo junto a Abrahán. También murió el rico,
y lo sepultaron. Estando en el infierno, en medio de los tormentos, el rico levantó
los ojos y vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro con él en su regazo. Entonces gritó:
"Padre Abrahán, ten piedad de mí, y manda a Lázaro que moje en agua la punta de
su dedo y me refresque la lengua, porque me atormentan estas llamas." Abrahán le
respondió: "Hijo, recuerda que tú recibiste tus bienes durante la vida, mientras que
Lázaro recibió males. Ahora él encuentra aquí consuelo y tú, en cambio,
tormentos”. El otro replicó: "Entonces te ruego, padre Abrahán, que envíes a
Lázaro a la casa de mi padre, a mis cinco hermanos: que vaya a darles su
testimonio para que no vengan también ellos a parar a este lugar de tormento."
Abrahán le replicó: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, aunque resucite uno
de entre los muertos, no se convencerán." (Lucas 16,19-31).
Jesús le da un nombre al pobre, mas no al rico. Al revés de lo que pasa en este
mundo: los ricos tienen nombre y renombre; los pobres no tienen nombre ni voz.
Pero Lázaro, al morir, encuentra amigos y felicidad eterna.
¡Cuántos ricos de hoy y de siempre ignoran a Lázaro e ignoran lo que les espera
después de la muerte: el fracaso total de su vida. No se llevarán ni un centavo.
En el mundo hay muchas formas de pobreza y mucha hambre, pero no sólo de pan,
sino de justicia, de verdad, paz, cultura, salud, amor, fe, esperanza, respeto,
dignidad, perdón, compasión, comprensión, sonrisa...
Hoy podemos encontrar a Lázaro donde menos se espera: cartoneros, enfermos,
hambrientos, violadas-os, prostitutas, drogadictos, vaga-bundos, incrédulos,
alcohólicos, madres solteras, desocupados, encarcelados… No podemos pasar de
largo, pues “todo lo que hagan con uno de éstos, conmigo lo hacen”(Mt 25, 40). Y
“quien no está conmigo, está contra mí” (Lc 11, 23).
Todos tenemos a nuestro alcance alguna de esas formas de pobreza para socorrer y
así merecer la invitación de Jesús: “Vengan, benditos de mi Padre, a poseer el
reino.” (Mt 25, 34-36). Pero también podemos ser cómplices camuflados de
diversas formas de pobreza y de hambre. Nos jugaríamos el reino eterno.
Quienes dejando a millones de Lázaros en la desocupación, en el hambre –usada
incluso como arma por el poder-, suprimirían a quien intentara señalarles su error,
y no harían caso aunque les hablara un muerto resucitado.
Si bien el dinero mal ganado y malgastado es una gran maldición, el dinero
empleado para crear puestos de trabajo, promover la salud y la educación, aliviar a
los necesitados..., se vuelve una gran bendición para quien así lo usa y para los
socorridos.
El rico epulón, que idolatró sus riquezas poniéndolas en lugar de Dios y del prójimo,
terminó en la máxima pobreza y ruina. Escarmentemos en cabeza ajena para no
perdernos.
Padre Jesús Álvarez, ssp