XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C .
La fe
Padre Pedrojosé Ynaraja
Estaréis de acuerdo conmigo, mis queridos jóvenes lectores, que el tema de hoy no
está de moda. Tal vez sería más exacto decir que hablar de Fe, a nadie interesa. Lo
que abunda en las conversaciones, es la posibilidad de tener éxito, la capacidad de
triunfar, sea en el deporte o en el ámbito musical, o sobre cuestiones relacionadas
con lo erótico sexual, pese a que la cuestión este devaluada y haya perdido algún
interés, por su general y lamentable banalización, no porque no se ejerza
copiosamente.
A los mismos padres, educadores natos, les interesa que su progenie hable inglés,
practique deportes, que, según creen, le alejarán del mundo de la droga y que gane
dinero cuanto antes mejor y tal vez, de una u otra manera, tengan éxito y sean
famosos. ¡vete a saber! Soñar no cuesta dinero, ni fatiga.
No se puede ignorar un aspecto puramente anecdótico, y muy propio de esta
temporada: el sorprendente comportamiento del Papa Francisco. Lo que hicieran,
dijeran o pensaran anteriores papas a casi nadie interesaba. Su imagen, si la
ofrecían, era arrinconada y alejada de los comentarios que llenaban páginas
impresas o reportajes audiovisuales. Arropado por enigmáticos intereses, se
publican del actual Papa de Roma, detalles de sus costumbres diarias, del vehículo
que utiliza para sus traslados, del metal que está hecha su cruz pectoral, si bebe
mate, en donde pernocta y con quien comparte mesa. No sé cuantas cosas se
divulgan, siempre aparentemente nuevas y que se cree desplazan antiguas normas
o costumbres. Relatos estos que a mí también me complacen, pero que si fueran
estos sus únicos quehaceres, su ministerio perdería valor. Lamentablemente,
parece que para algunos, es lo único interesante de su misión.
Lo que contaban los abuelos, lo que recibimos de pequeños, ya no interesa, ni
cuenta. Inconscientemente así lo piensan muchos. Si habéis llegado hasta aquí, mis
queridos jóvenes lectores, estaréis convencidos de que esta costumbre mía de
dirigiros largas parrafadas, también ya está desfasado. Lo que cuenta en la
actualidad son los sms, facebook, twiter o wasap. Tal vez, cuando leáis lo que
ahora redacto, ya haya aparecido algo nuevo y todavía sea más corto. No os niego
que es un fenómeno actual, pero ¿de qué calibre? ¿es único y satisfactorio? ¿llena
el corazón de felicidad? ¿Cuánto durará?.
No olvidéis hechos igualmente verdaderos y actuales. Las JMJ son emblemáticas,
más concretamente, pienso ahora en las de Río de Janeiro. La oración cantada
devotamente de rodillas en tres ocasiones, es lo más opuesto a la manera de
comportarse de un conjunto musical actual, de gran fama y éxito, pero que nunca
alcanza un auditorio del calibre en número, varios millones de asistentes, y calidad
de la asistencia del que estaba presente en aquella vigilia. Añádase el espeso y
largo silencio, que empapaba el ambiente.
¿No sería hora de que nosotros mismos entráramos en nuestro interior y nos
preguntásemos qué hacemos, en qué ocupamos el tiempo, qué es lo que nos
apasiona, qué esperamos de nuestro futuro? Una reposada dedicación a este
recogimiento, nos llevaría a preguntarnos también ¿por qué pasan estas cosas
ahora? ¿qué tengo yo que hacer para estar satisfecho de mi vida?. Escucharíais una
voz interior y Trascendente a la vez, que os susurraría: si quieres conseguir
respuesta y saborear felicidad, vive en la Fe.
En vuestro entorno, si vivís coherentemente el descubrimiento, vosotros y vuestros
amigos y compañeros, os preguntaríais en consecuencia ¿Cómo conseguir tal Fe?
No lo ignoréis: es Gracia. ¿Cómo encontrarla, como conseguirla?. Nuevo susurro:
desde la humildad, la oración y la vida sacramental.
Acostumbro, porque me gusta y creo os es útil, desmenuzar algunas expresiones
del Señor que para los primeros destinatarios eran clarísimas, pero que,
seguramente, para vosotros no os dicen nada en particular. Lo hago al principio,
hoy las pongo al final de mi mensaje. Se trata de describiros brevemente dos
vegetales que se mencionan en la lectura evangélica de este domingo.
El primero es la mostaza. Me he preocupado y preguntado, en prestigiosos jardines
botánicos de Israel y de aquí. He leído y escuchado explicaciones de biólogos de
confianza. Mi actual opinión es la siguiente. No se trata de la planta con la que se
elabora la salsa del mismo nombre, famosa si procede de Dijon, ya que esta es una
pequeña hortaliza. Tampoco de la planta que en Tierra Santa se nos ofrece como
tal, que es un arbusto de la familia de las crucíferas, cuya semilla por pequeña que
parezca es bastante mayor que otras. (Vaya de ejemplo la de las orquídeas, que se
dan en Israel). Dicho en otro lenguaje: ni sínapis nigra, ni nicotina glauca. El
Maestro estaba refiriéndose a cualquier hierbajo, a vulgares zarzas o semillas de
matorrales que arrastra el viento, que uno no sabe de dónde proviene, pero que
abunda por doquier y crecen sin cesar.
El Sicomoro es un árbol que abundó y se mitifico en el Egipto faraónico. El viajero
de hoy mira y admira un ejemplar en Jericó (por el episodio de Zaqueo). He
observado que en la actualidad se planta por la cuenca del Jordán, aguas arriba de
la Ciudad de las Palmeras. Acudo ahora a la etimología. “Sico” significa higo y
ciertamente su fruto se le parece. Lo curioso del caso, es que brota de los troncos,
semejando que su corteza sufra verrugas. Es dulzón, pero no tan sabroso como el
de la higuera, también de menor tamaño. Lo de “moro” es porque sus hojas
semejan a las de nuestras moreras (las que comen los gusanos de seda).