Tiempo y Eternidad
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José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
Cinco tareas en el año de la fe
El 11 de Octubre del 2011, el Papa Benedicto XVI convocó a toda la Iglesia para vivir el año santo de la
fe con su carta apostólica Porta Fidei. Al constatar que los cristianos nos preocupamos más por los
problemas sociales, culturales y políticos, y al mismo tiempo, se sigue considerando la fe como un
presupuesto obvio, con frecuencia negado. Ante la crisis de fe que atraviesa la humanidad, el Papa nos
invitó a iluminar nuestra vida con la luz de Cristo, cuyos rayos dan vida. Quien cree ve, ve con una luz
que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega hasta donde está Cristo resucitado, estrella de la
mañana que no conoce ocaso.
El Papa nos sugirió algunos medios concretos y que podemos repasar a modo de examen de conciencia
y ver si hemos aprovechado este tiempo de gracia.
1. Nos propuso la lectura y estudio del Catecismo de la Iglesia Católica como un auxilio eficaz para
conocer y recordar el contenido de la fe que profesamos. El esquema que sigue el texto nos va llevando
por cada uno de los misterios que Dios nos ha revelado y que esperamos con la seguridad de que Dios
nos los ha dado a conocer. No se puede amar ni valorar lo que no se conoce.
2. A nivel personal, este año ha sido una ocasión propicia para tomar conciencia del valor que tiene el
tesoro de nuestra fe, para reanimarla, purificarla, confirmarla y confesarla. La fe no es don inerte y
pasivo, al contrario, es una realidad viva que está llamada a crecer hasta dar la vida por Cristo que me
amó y se entregó por mí.
3. El Año de la fe fue una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del
mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y
llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados ( Hch 5, 31). Esta
conversión pasa a través del compromiso de vivir en vida de gracia, de renunciar al pecado y de
decidirse a corresponder con coherencia a vivir un auténtico cristianismo.
4. El Año de la fe quiso ser también una oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad. San
Pablo nos recuerda: «Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de ellas es
la caridad» ( 1 Co 13, 13). Las obras de misericordia son la expresión viva de nuestra fe. La fe sólo crece
y se fortalece creyendo y ejerciéndola; no hay otra posibilidad para poseer la certeza sobre la propia vida
que abandonarse en las manos de un amor que se experimenta siempre como más grande porque tiene su
origen en Dios.
5. Ganar las Indulgencias plenarias que la Iglesia concede durante este año después de haberse
preparado debidamente y realizado alguno de los actos propios de piedad señalados en el decreto de la
Penitenciaría Apostólica el pasado 14 de septiembre del 2012.
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