EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
domingo 06 Octubre 2013
Vigésimo séptimo Domingo del tiempo ordinario C
Libro de Habacuc 1,2-3.2,2-4.
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que tú escuches, clamaré hacia ti:
"¡Violencia", sin que tú salves?
¿Por qué me haces ver la iniquidad y te quedas mirando la opresión? No veo más
que saqueo y violencia, hay contiendas y aumenta la discordia.
El Señor me respondió y dijo: Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que
se la pueda leer de corrido.
Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si
parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará.
El que no tiene el alma recta, sucumbirá,
pero el justo vivirá por su fidelidad.
Salmo 95(94),1-2.6-7.8-9.
Vengan, alegres demos vivas al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva;
partamos a su encuentro dando gracias;
aclamémosle con cánticos.
¡Entremos, agachémonos, postrémonos;
de rodillas ante el Señor que nos creó!
Pues él es nuestro Dios
y nosotros el pueblo que él pastorea,
el rebaño bajo su mano.
Ojalá pudieran hoy oír su voz.
«No endurezcan sus corazones como en Meribá,
como en el día de Masá en el desierto,
allí me desafiaron sus padres
y me tentaron, aunque veían mis obras.
Segunda Carta de San Pablo a Timoteo 1,6-8.13-14.
Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la
imposición de mis manos.
Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de
fortaleza, de amor y de sobriedad.
No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su
prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario
padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios.
Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has
escuchado de mí.
Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en
nosotros.
Evangelio según San Lucas 17,5-10.
Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe".
El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran
a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les
obedecería.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado.
Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'?
¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta
que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'?
¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos
simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'".
Comentario del Evangelio por :
Juan Pedro de Caussade (1675-1751), jesuita
La fe de los humildes servidores, de la humilde sirvienta
“Abandono a la Divina Providencia”, 2,30
Encontrar la bondad de Dios tanto en las cosas más pequeñas y ordinarias como en
las más grandes, es tener una fe nada común, sino grande y extraordinaria.
Contentarse con el momento presente es saborear y adorar la voluntad de Dios en
todo lo que hay que hacer y sufrir, en las cosas que por su sucesión constituyen el
momento presente. Las almas sencillas, gracias a su fe viva, adoran a Dios en los
momentos más humillantes; nada se esconde a su mirada de fe... Nada los
desconcierta ni les disgusta.
María verá huir a los apóstoles, ella permanecerá firme al pie de la cruz y
reconocerá a su Hijo desfigurado por las llagadas y los salivazos...La vida de fe no
es otra cosa que seguir a Dios a través de todos los disfraces que parecen
desfigurarlo, destruirlo, aniquilarlo. Esta es la vida de María que desde el establo
hasta el Calvario permanece fiel a un Dios que es desconocido por todo el mundo,
abandonado y perseguido. Del mismo modo, las almas de fe atraviesan una serie
de muertes, de velos de sombras y de apariencias que hacen la voluntad de Dios
irreconocible. Estas almas aman la voluntad de Dios hasta la muerte en cruz. Saben
que hay que dejar atrás las sombras y correr hacia el sol divino. Desde la salida del
sol hasta el ocaso, a pesar de las nubes oscuras y espesas que lo esconden, este
sol irradia, calienta y abrasa a las almas fieles .
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”