Solidez y resistencia
La postmodernidad nos sirve en bandeja de plata un sincretismo religioso a la carta.
Para todos los gustos, los sabores y hasta placeres. Todo es válido, todo es fácil. Y todo
vale lo mismo. Dios ya no es una persona, Alguien con quien conversas, cercano,
amigo. Es la energía planetaria. Diluido en movimientos y presencias antojadizas. La
religión se vuelve vestimenta ornamental que se cambia según circunstancias.
La orden de Pablo es terminante: “Permanece en lo que has aprendido”. Doble
principio: Solidez y resistencia. No estamos a merced de ningún viento y/o juego de
doctrina. No es sólo defensa. Es también dinamismo, energía contagiosa que consagra la
Palabra como fuente inspiradora de vitalidad, roca sobre la cual construyes tu fe y le das
a tu vida el coraje suficiente para afrontar dificultades o celebrar gratuidades.
Las acechanzas hoy se multiplican. La propaganda nos embrutece. Los mecanismos de
persuasión se transforman en celada oportunista para captar prosélitos. Hoy se nos exige
ser gentes de resistencia. Moisés en el monte con sus brazos en alto no es signo de
claudicación sino de resistencia. ¡Qué duro el combate! Resistir sobre la roca que es
Cristo. Resistir a todos los facilismos, fundamentalismos, sectarismos.
Hay un surtidor donde podemos templar el alma con un combustible único: La oración.
Somos pobres, débiles, necesitados. Pero esa pobreza acrisola el espíritu. Reclama
perseverancia, insistencia. No podemos rendirnos al cansancio, a la impaciencia. La
viuda del evangelio nos enseña a resistir a toda injusticia, a doblegar a los soberbios, a
reivindicar nuestros derechos. Así nuestra fe se casa con la justicia y la verdad.
Cochabamba 20.10.13
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com