MISA DOMINICAL…
DOMINGO SÉPTIMO DEL TIEMPO ORDINARIO
(Ciclo C)
En la octava de la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, el día del aniversario
de la tercera Aparición, celebramos hoy la memoria de Santa Bernadette
Soubirous . Durante el invierno de 1858, Bernadette vivirá, en las cercanías de
Massabielle, el encuentro con la Hermosa Señora que cambiará toda su vida. Del 11
del febrero al 16 de julio de 1858, la Virgen se aparecerá dieciocho veces a
Bernadette. El 25 de marzo la Virgen María le revelará su identidad: Yo soy la
Inmaculada Concepción. En julio de 1866, Bernadette abandona Lourdes y la Gruta
bendita , para entrar en el convento de las hermanas de la Caridad de Nevers. En el
silencio del convento, durante trece años, va a meditar y a vivir lo que la Virgen le
ha enseñado en la Gruta de Massabielle: la oración, la penitencia y la conversión de
los pecadores.
Se conserva una letanía recogida por la santa, que tenía copiada en una
estampa:
Entonces levanté los ojos y sólo vi a Jesús.
Sólo Jesús por Meta,
sólo Jesús por Maestro,
sólo Jesús por Modelo,
sólo Jesús por Guía,
sólo Jesús por Gozo,
sólo Jesús por Riqueza,
sólo Jesús por Amigo.
Sí, Jesús mío, en adelante
sólo Tú eres mi todo y mi Vida.
SÓLO JESÚS por Meta, por Maestro, por Amigo… No podemos tener miedo.
Solamente con Jesucristo podremos encontrar el modo de vivir esta página tan
difícil del Evangelio: Amad a vuestros enemigos…, bendecid a los que os maldicen.
El Santuario francés de Lourdes publica en varios idiomas una excelente revista
que este mes dedica a la santidad de Bernadette. Allí se puede leer una frase de
una carta que la santa dirigió al Beato Pío IX en 1878:
Mis armas, que guardaré hasta mi último suspiro, son la oración y el
sacrificio . Entonces solamente el arma del sacrificio caerá, pero la de la
oración me seguirá hasta el cielo, donde será más poderosa que sobre esta
tierra de exilio 1 .
Quien vive según la carne -afirma Juan Pablo II en el número dieciocho de la
Veritatis Splendor- siente la ley de Dios como un peso, más aún, como una
negación o, de cualquier modo, como una restricción de la propia libertad. En
cambio, quien está movido por el amor y vive según el Espíritu ( Ga 5,16), y desea
servir a los demás, encuentra en la ley de Dios el camino fundamental y necesario
para practicar el amor libremente elegido y vivido. Más aún, siente la urgencia
interior de no detenerse ante las exigencias mínimas de la ley, sino de vivirlas en
su plenitud.
Es un camino todavía incierto y frágil mientras estemos en la tierra, pero que la
gracia hace posible al darnos la plena libertad de los hijos de Dios (cf. Rm 8,21) y,
consiguientemente, la capacidad de poder responder en la vida moral a la sublime
vocación de ser hijos en el Hijo…
En el evangelio de Lucas que acabamos de escuchar, Jesús precisa aún más el
sentido de esta perfección: Sed misericordiosos, como vuestro Padre celestial es
misericordioso .
Esta es la doctrina. ¡Y cómo podemos aplicarla al tema del terrorismo!
Queridos hermanos, la Iglesia Católica está por encima de cualquier maniobra
ejercida desde la política. Está por encima. ¿Quién saca beneficio de estas
divisiones sino los propios terroristas? ¿Quién de vosotros antes de criticar ha
tenido la oportunidad de leer la carta pastoral que todavía no hace quince días
escribió el Arzobispo de Pamplona con el título Claridad y firmeza ?
Allí Monseñor Fernando Sebastián decía:
1 P. A. RAVIER, La Gruta era mi cielo, p.36-37. Lourdes Magazine, febrero 2001.
La acusación a la Iglesia por mantener posturas tibias y utilizar un
lenguaje ambiguo es muy grave. Porque si la Iglesia, si los cristianos no
estuviéramos claramente frente a ETA y no rechazáramos abiertamente el
terrorismo de ETA, estaríamos siendo infieles a nuestra propia identidad, a
nuestra conciencia y a la obligación que tenemos en estos momentos como
discípulos de Jesucristo y miembros de su Iglesia.
Las expresiones de la Iglesia hay que entenderlas según el sentido que
tienen las palabras en el contexto religioso y moral en el que la Iglesia se
mueve. Cuando yo digo paz - aclara el Sr. Arzobispo de Pamplona- no quiero
decir lo que los terroristas o los nacionalistas puedan significar con esa
misma palabra, ni siquiera lo que un demócrata pueda expresar con ella,
sino lo que en el contexto moral y cultural de la Iglesia y del cristianismo
significamos con esta palabra, con sus elementos sociales, personales,
espirituales y religiosos. ¿Es que no se puede decir que ETA, con sus
extorsiones y asesinatos, perturba, rompe y destruye nuestra paz, la paz a la
que tenemos derecho todos los españoles?
¿Qué tenemos que hacer, pues, con estos versículos del capítulo seis del
evangelio de San Lucas? ¿Arrancar la página porque nos incomoda? ¿O debemos
predicar del versículo del Aleluya porque es menos ofensivo y más políticamente
correcto?
Cristo nos dice hoy: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os
odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Amar, hacer
el bien, bendecir, orar… ¿Pensáis que no cuesta predicar sobre esto? ¿Pensáis que
acaso si no es desde la unión con Cristo se puede vivir este evangelio?
El Papa nos lo ha repetido insistentemente en los pocos días que llevamos de
año: No se puede invocar la paz y despreciar la vida. Ninguna causa, ninguna
ideología, ninguna estrategia justifican el asesinato de una persona ni el horror, la
angustia y la tragedia de otra familia más, aterrorizada porque un miembro de la
misma puede ser asesinado. Dice San Agustín: Los tiempos no son malos; vosotros
sois los tiempos. Si vosotros cambiáis, cambian los tiempos. Y, por eso, es
necesario volver a escuchar el ejemplo que la Sagrada Liturgia nos propone en la
primera lectura: cuando alguien tiene la razón, no necesita asesinar, sino que,
como David, sube a la montaña y muestra sus argumentos. Si no puede mostrarlos
es porque no tiene razón; y si no tiene la razón es entonces cuando asesina.
Toda acción terrorista está basada en el propósito de lograr una sociedad
totalmente al margen de Dios y en oposición frontal a su Amor y su ley. Por eso os
pedimos: ¡Dejad de matar! ¡Dejad vuestras acciones violentas! ¡Nosotros, vuestros
hermanos, no cesaremos de rezar por vuestra conversión!
Y para todos, la aclaración de lo que la oración colecta nos dice en este día:
Concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir,
de palabra y de obra lo que a Ti te complace. No lo que nos complace a cada uno.
¡Lo que a Jesucristo le complace!
Quiero terminar con este breve texto extraído de las Notas íntimas de Santa
Bernadette:
¡Oh Jesús!
Dame, te lo ruego,
el pan de la humildad,
el pan de la obediencia,
el pan de la caridad,
el pan de la fuerza
para romper mi voluntad
y fundirla con la tuya,
el pan de la mortificación interior,
el pan del desprendimiento de las criaturas,
el pan de la paciencia para soportar
las penas que sufre mi corazón.
¡Oh Jesús!,
me quieres crucificada, hágase,
el pan de la fuerza para sufrir,
el pan de no ver más que a Ti
en todo y siempre.
Jesús, María, la Cruz. No quiero otros amigos.
Padre Jorge López Teulón