MISA DOMINICAL
DOMINGO OCTAVO DEL TIEMPO ORDINARIO
(Ciclo C)
Hace mucho tiempo había un anciano que tenía dos hijos, y le llegó el tiempo
de morir. Llamó a sus dos hijos y les dijo que les iba a repartir el campo. Al hijo
mayor que había estado con él más tiempo y que le conocía mejor, le dio la parte
de campo más difícil, porque estaba seguro de que sabría cómo cultivarla. Al más
joven le dio la parte baja del campo, la mejor, porque no había estado con el padre
tanto tiempo como el otro y no sabía tan bien como él de qué modo cultivar la
tierra. Y les dijo que recordaran siempre que eran sus hijos y ellos siempre
hermanos. Poco después el anciano murió y los dos hijos se hicieron cargo de su
parte de tierra y empezaron sus vidas.
Pasó el tiempo, y los hermanos no se veían apenas; tan entregados estaban los
dos a sus ocupaciones.
Un día, el hermano mayor estaba contando las gavillas de trigo de su granero y
se preguntaba cómo le iría a su hermano menor. Pensó: He tenido una buena
cosecha; voy a llevarle algunos haces de espigas esta noche. Se los dejaré en su
granero sin que se entere. Contó doce gavillas de trigo, salió a la oscuridad de la
noche y se las dejó en secreto a su hermano. Mientras tanto, el hermano menor
estaba pensando también acerca de su hermano mayor: Heredó la tierra más
pobre. Mi cosecha ha sido especialmente buena este año. Creo que voy a coger
unas gavillas para él y se las voy a dejar en su granero. Contó doce gavillas, salió a
la oscuridad de la noche y se las dejó en el granero. Los dos hermanos se fueron a
la cama sintiéndose muy felices.
A la mañana siguiente, los dos estaban en su granero. Y contando sus gavillas,
se preguntaron cómo habiendo dado doce gavillas al otro hermano parecía que
seguían teniéndolas. Los dos decidieron repetir la operación. Y así, aquella noche
contaron otras doce gavillas y a ese regalo añadieron los dos una jarra llena de
aceitunas. Se cruzaron en la oscuridad sin verse, y lo dejaron todo en el granero
del otro. Y de nuevo la tercera mañana contaron las gavillas y vieron que seguían
teniendo el mismo número, así como también la misma jarra de aceitunas.
Aquella noche cada uno cogió su burro, puso encima un odre de vino y salió
camino del granero del otro.
Pero en el cielo brillaba ese día una espléndida luna llena. Se encontraron en
medio del camino, en el límite de sus tierras. Cuando se dieron cuenta de lo que
estaban haciendo el uno por el otro, se abrazaron llorando de emoción, recordando
a su padre y alabando a Dios.
Es esta una vieja historia judía del siglo VI antes de Cristo que recoge José María
Cabodevilla en su preciosa obra El Padre del Hijo Pródigo . En realidad parece mucho
más antigua, anterior al pecado original 1 . Así lo afirma Jesús en el Evangelio que
acabamos de proclamar: El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón
saca el bien ( Lc 6,45).
AL MAL SE LE VENCE CON LA FUERZA DEL BIEN. Este es el ejemplo que nos
propone seguir el Evangelio. El padre de la historia les pidió que recordaran siempre
que eran hermanos, que cada uno de ellos pensase en su hermano… No se nos está
exhortando a una simple forma de conducta; que seamos educados, por ejemplo.
Se nos lleva por el camino de la más absoluta renuncia, de saber vivir la donación
por el otro. Qué ejemplos tan oportunos nos ofrece el propio Jesús para hacernos
entender la exigencia radical de nuestro verdadero comportamiento cristiano.
Escuchad, sin embargo, cómo el Papa Juan Pablo II nos insiste en que a veces...
En lo íntimo de la conciencia moral se produce el eclipse del sentido de
Dios y del hombre, con todas sus múltiples y funestas consecuencias para la
vida. Se pone en duda, sobre todo, la conciencia de cada persona, que en su
unicidad e irrepetibilidad se encuentra sola ante Dios (18).
Pero también se cuestiona, en cierto sentido, la conciencia moral de la
sociedad. Ésta es de algún modo responsable, no sólo porque tolera o
favorece comportamientos contrarios a la vida, sino también porque alimenta
la cultura de la muerte , llegando a crear y consolidar verdaderas y
auténticas estructuras de pecado contra la vida. La conciencia moral, tanto
individual como social, está hoy sometida, también a causa del fuerte influjo
de muchos medios de comunicación social, a un peligro gravísimo y mortal,
el de la confusión entre e l bien y el mal en relación con el mismo derecho a
la vida. Lamentablemente, una gran parte de la sociedad actual se asemeja a
la que Pablo describe en la carta a los Romanos. Está formada “de hombres
que aprisionan la verdad en la injusticia (1,18): habiendo renegado de Dios y
creyendo poder construir la ciudad terrena sin necesidad de Él, “se ofuscaron
en sus razonamientos”, de modo que “su insensato corazón se entenebreció”
(1,21); “jactándose de sabios se convirtieron en estúpidos” (1,22) , se
hicieron autores de obras dignas de muerte y “no solamente las practican,
sino que aprueban a los que las cometen” (1,32) . Cuando la conciencia, este
luminoso ojo del alma (cf. Mt 6,22-23) , llama “al mal bien y al bien mal” ( Is
5,20) , camina ya hacia su degradación más inquietante y hacia la más
tenebrosa ceguera moral.
Sin embargo, todos los condicionamientos y esfuerzos por imponer el
silencio no logran sofocar la voz del Señor, que resuena en la conciencia de
cada hombre. De este íntimo santuario de la conciencia puede empezar un
nuevo camino de amor, de acogida y de servicio a la vida humana (24) 1 .
1 José María CABODEVILLA, El Padre del Hijo Pródigo pág.205-206 (Madrid 1999).
1 JUAN PABLO II, Evangelium vitae (1995).
La cita es larga pero intensamente clara. No hay árbol sano que dé fruto dañado
ni árbol dañado que dé fruto sano. Aquella sociedad romana a la que se dirige San
Pablo está comenzando a resquebrajarse. AL MAL SE LE VENCE CON LA FUERZA
DEL BIEN. Es esta una frase que el Santo Padre ha repetido muchas veces a lo
largo de sus muchos años de pontificado, en las más distintas situaciones, en las
más trágicas: al mal se le vence con la fuerza del bien . Cuando el hombre se hace
humilde, se hace niño y se acoge a la gracia de Dios, entonces la fortaleza del bien
y del corazón bueno vence todas las resistencias, incluso las de los corazones
corrompidos y llenos de odio.
Nuevamente, volvemos a pronunciar una condena firme contra el terrorismo.
Otra vez más ofrecemos esta Eucaristía por las víctimas de ETA. Elevamos preces al
Altísimo para que nos alcance a todos su protección y para conseguir la conversión
de los asesinos. Más familias han perdido a sus seres queridos, les han sido
arrancados de la forma más despiadada y sin sentido. Ahora sufren el abandono y
la soledad, la tristeza y la amargura que provocan tales acciones. AL MAL SE LE
VENCE CON LA FUERZA DEL BIEN. Confiamos en tu Divino Corazón. ¡Señor,
termina con esta locura y tráenos la paz!
Volvemos a rezar para que termine esto, para que el mundo progrese, para que
goce España de una paz estable y la Iglesia se alegre en servir a Dios.
El próximo miércoles comienza el Tiempo de la Cuaresma. El miércoles de
Ceniza es día de ayuno y de abstinencia; los viernes de Cuaresma se observa la
abstinencia de la carne. En lugar de crearnos nuestras propias leyes, sería preciso
exigirnos algo tan sencillo como es cumplir la abstinencia de carne, buscando sobre
todo el carácter de unión con toda la Iglesia, buscando obedecer. Profundicemos en
la oración, en la limosna y en la penitencia; y, así, cumplamos lo que se nos dice al
recibir la ceniza: Conviértete y cree en el Evangelio
Que así lo consigamos por medio de María Santísima.
Padre Jorge López Teulón