XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Padre Emilio Betancur Múnera
DE DIEZ SOLO UNO AGRADECIÓ.
En el relato del evangelio Jesús continúa con sus discípulos caminando hacia
Jerusalén término de su misión con la pasión, muerte y resurrección. Antes de
entrar en la ciudad se presentaron diez leprosos que vivían extra-muros, sin poder
acercársele a Jesús por el peligro de contaminarlo, gritándole desesperadamente.
“Jesús maestro ten compasi￳n de nosotros” en lugar de gritar “inmundo, inmundo”
como prescribía la ley judía: “El afectado por la lepra llevará los vestidos rasgados y
desgreñada la cabeza e irá gritando: impuro, impuro. El tiempo que dure la llaga
habitará solo, fuera del campamento tendrá su morada” (Lv 13,45)
DIEZ SANADOS UNO SALVADO.
La súplica de la compasión implica que Jesús experimente como propio el
aislamiento que ellos estaban sufriendo por su lepra; sin poder convivir con sus
familias y amigos dentro de la ciudad. Jesús no los cura sino que les ordena
presentarse a los sacerdotes para que sean ellos quienes les permitan volver a sus
casas. En el camino y a distancia, se sienten por la palabra de Jesús, curados y
purificados del obstáculo de convivencia que era su lepra. Sólo uno, el samaritano-
extranjero excluido según los judíos de la promesa, traidor e idólatra, retornó para
agradecer. “Entonces dijo Jesús ¿no eran diez los que quedaron limpios? ¿D￳nde
están los otros nueve? ¿No ha habido nadie fuera de este extranjero, que volviera
para dar gloria a Dios? Dar gloria a Dios es celebrar su presencia salvífica en la
historia personal y “Tu fe te ha salvado” enfatiza la diferencia entre quienes se han
aprovechado de la capacidad terapéutica de Jesús, y el samaritano quien por
reconocer la acción de Dios no sólo es sanado sino que experimenta la salvación de
Dios. Jesús le dice al samaritano: “levántate y vete. Tu fe te ha salvado”
(evangelio)
LA GRATITUD SANA
Relata la segunda lectura que Jamán el general del ejército de Siria se bañó siete
veces en el rio Jordán, por orden de Eliseo, y su carne quedó limpia como la de un
niño. Eliseo no aceptó nada en agradecimiento pero le dio sacos de tierra para
construí un altar al Dios de Eliseo (Yahvé) pues no iba a volver a ofrecer más
sacrificios a otro Dios “Muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo
y ninguno de ellos fue purificado sino Jamán el Sirio” (Lc 4,27).
La gratitud es la experiencia más importante para sanar la relación con dios y toda
relación humana. Solo el creyente que alaba sabe que toda su existencia es don de
Dios. Jesús sigue estando extrañado porque la mayoría de los creyentes somos
malagradecidos: ¿no eran diez los que quedaron limpios, dónde están los otros
nueve?
La religiosidad natural es muy rica en oraciones, novenas y súplicas para que Dios
nos quite los problemas, pero la fe, mediante la palabra, alaba y da gracias como
itinerario de la angustia a la paz. Lo que da paz no es pedir que desaparezcan los
problemas sino ponerlos en manos de la misericordia de Dios por medio de la
alabanza. La ventaja de los Salmos es que alabamos a Dios en Jesucristo con su
propio pensamiento y lenguaje reanimando la alegría de creer que vamos a ser
sanados y salvados.
“Cantemos al Se￱or un canto nuevo, pues ha hecho maravillas, su diestra y su
santo brazo, le han dado la victoria. El Señor ha dado a conocer su victoria y ha
revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su
lealtad hacia Israel. La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios.
Que todos los pueblos y naciones, aclamen con júbilo al Se￱or” (Sal 97).