XXVIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Lunes
Lecturas bíblicas
a.- Rm. 1,1-7: Misión entre los gentiles.
b.- Lc. 11, 29-32: A esta generación no se le dará más signo que la de
Jonás.
El texto nos presenta la demanda que hacen los judíos a Jesús: quieren signos.
Jesús se niega a darles un signo como ellos quieren, es decir, manifestaciones de
Dios extraordinarias sobre la tierra, es la manifiesta desobediencia a la palabra de
Jesús, por no estar con contentos con lo realizado por Jesús, eso lo que está como
trasfondo. La conversión a la palabra de Dios es lo fundamental, sólo quien acepta
de buena gana la palabra de Jesús, está capacitado y pronto para recibir las señales
que el reino de Dios ha llegado en la persona del Hijo de Dios. Cuando explica los
milagros, como signo de los tiempos, pedía no ser piedra de tropiezo para nadie
(cfr. Lc. 7,22). Si Jesús no realiza las señales que le piden, es porque sabe ve que
en sus corazones la razón de todo ello: no creen en ÉL. De ahí que denomine a esa
generación como malvada y pervertida, por no creer (v.29). Jesús no les dará otra
señal que la de Jonás, todo un signo, porque después de tres días de haber
desaparecido en el mar, vuelve a la vida, es anuncio de la resurrección de Cristo
Jesús. Este signo, es todo lo contrario de lo que pedían los judíos, pero para los que
tienen fe y creen en Jesús, descubren la presencia de Dios en ÉL y en su destino de
resurrección. Así como Jonás, fue un signo para los ninivitas, también lo será para
esta generación incrédula. Jesús deja más que claro, que es superior a Jonás,
porque resucitará y volverá para celebrar juicio. En su parusía nadie dejará de
reconocer que Dios le ha dado todo poder a Jesús y que condenará la incredulidad.
Así lo anunció ante el Sanedrín en su pasión, ÉL es el signo que aparecerá en el
cielo y las naciones se golpearán el pecho (cfr. Mc. 14,62; Mt. 24,30). Jesús les da
otra señal ahora de condena, porque los gentiles, la reina de Saba, los hombres de
Nínive, acusarán a esta generación y los condenarán en el día del Juicio final. La
reina de Saba vino por sabiduría a Salomón y el rey fue un signo para la reina de
Saba, demostrándole la grandeza de Yahvé, Dios de Israel. La palabra de Jonás,
fueron un signo de Dios para los ninivitas y con ello se consiguió su conversión, su
salvación, pero aquí hay uno, Cristo Jesús, que es más que Jonás, más que
Salomón y todos los profetas y sabios. Israel ahora se hace culpable ante Dios por
rechazar a Jesús y pedir señales extraordinarias. Él es el gran signo de Dios Padre
para la humanidad, pero los hombres no lo reciben y tampoco se convierten a su
palabra. Las obras salvíficas que realiza exigen fe, buena voluntad, lo que Israel
necesita es conversión a imitación de la reina de Saba y los ninivitas, que aceptaron
el mensaje de la sabiduría y penitencia. Jesús es Maestro y Profeta de los tiempos
finales, es la sabiduría de Dios, la voluntad de Dios que proclama es voluntad de
Dios que decide la salvación y condena del hombre si se acepta o rechaza a Jesús,
su Hijo.
Santa Teresa se convirtió a Jesús y su evangelio por la acción de la gracia y del
amor salvador de Dios. La quería para grandes cosas. “Comencé a leer las
Confesiones de San Agustín…cuando llegué a su conversi￳n y leí c￳mo oy￳ aquella
voz en el huerto, no me parece sino que el Se￱or me la dio a mí” (V 9,8).