XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario/C
Una de las causas más viejas de las quejas del hombre es la ingratitud; pocas cosas
saben tan mal a una persona como topar con un desagradecido. Se quejan los
padres de lo desagradecidos hijos, los jefes de lo poco que sus colaboradores saben
reconocer sus desvelos en orden a una mejora del cualquier tipo…. ﾿Quién se cree
limpio de este pecado? Hoy el Evangelio nos presenta la queja de Jesús contra los 9
leprosos desagradecidos: “﾿No son diez los que han quedado limpios? Y los otros
nueve, ﾿d￳nde están?”, pregunt￳ Jesús. Y manifest￳ su sorpresa: “﾿No ha habido
quien volviera a dar gloria a Dios sino s￳lo este extranjero?” ᄀCuántas veces, quizá,
Jesús ha preguntado por nosotros, después de tantas gracias!
La Iglesia nos enseña a dar gracias a Dios también cuando llegan las
contrariedades, la enfermedad, y no vemos entonces la mano de Dios que quiere
otorgarnos un beneficio mayor como le sucedió a este leproso que, junto al
beneficio de la curación, añadió el de la fe en Jesucristo: Levántate, vete; tu fe te
ha salvado.
La gratitud es virtud muy importante, pues “del mismo modo que lo principal, al
hacer un regalo, es el afecto con que se realiza, también la gratitud consiste
principalmente en el cari￱o (…) Por eso, para manifestar nuestra gratitud a un
bienhechor al que nada falta, es tan conveniente mostrarle respeto y reverencia”
(Santo Tomás, S. Th. II-II, q. 106, a. 3). «Toda alegría y toda pena, todo
acontecimiento y toda necesidad pueden ser motivo de oración de acción de
gracias, la cual, participando de la de Cristo, debe llenar la vida entera: ‘En todo
dad gracias’ (I Tes 5,18)» ( CEC 2648).
Jesús, Tú también has hecho mucho por mí. Mi vida, mis virtudes, mi familia: todo
te lo debo a Ti. ¿Cómo me voy a olvidar de darte las gracias? Gracias, Jesús, por
todo lo que tengo y lo que soy; por todo, incluso por aquellas cosas de las que no
me doy cuenta ni sé apreciar; más aún, gracias incluso por lo que me falta o me
hace sufrir (P. Cardona). Porque, dice San Pablo, « para aquellos que aman a Dios
todas las cosas son para bien» (Ro 8, 28).
“Nuestro, no es nada, a no ser el pecado que poseemos. Pues ¿qué tienes que no
hayas recibido? (1 Cor 4,7)”. “﾿Qué cosa mejor podemos traer en el coraz￳n,
pronunciar con la boca, escribir con la pluma, que estas palabras, “Gracias a Dios”?
No hay cosa que se pueda decir con mayor brevedad, ni oír con mayor alegría, ni
sentirse con mayor elevaci￳n, ni hacer con mayor utilidad” (San
Agustín). “Acostúmbrate a elevar tu coraz￳n a Dios, en acción de gracias, muchas
veces al día. -Porque te da esto y lo otro. -Porque te han despreciado. -Porque no
tienes lo que necesitas o porque lo tienes. -Porque hizo tan hermosa a su Madre,
que es también Madre tuya. -Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella
otra planta. -Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso… Dale
gracias por todo, porque todo es bueno” (J. Escrivá, Camino 268).
Jesús, ¿cómo puedo serte más agradecido? Primero, con mis obras: cuando alguien
está realmente agradecido a otro se vuelca en detalles con aquella persona y se
ofrece para todo en lo que pueda servirle. De la misma manera, si realmente estoy
agradecido por todo lo que has hecho por mí, es lógico que intente servirte y darte
gracias durante el día. Y todo lo que haga por Ti me parecerá pequeño e
insuficiente para pagarte lo mucho que me has dado: tu misma vida.
Jesús, me has dado un medio especialísimo para darte gracias: la Santa Misa o
«Eucaristía», que significa precisamente, acción de gracias. Asistiendo a la Misa me
uno a tu entrega y muerte en la cruz; y es ahí, pasmado ante semejante muestra
de amor, donde puedo y debo darte gracias con más intensidad. “La Eucaristía es
un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia
expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha
realizado mediante la creaci￳n, la redenci￳n y la santificaci￳n. ‘ Eucaristía ’ significa,
ante todo, acci￳n de gracias” ( CEC 1360).
“Es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo
lugar, Se￱or” (Prefacio), pero especialmente en la Comuni￳n Eucarística. Te adoro
con devoción, Dios escondido, le decimos a Jesús en la intimidad de nuestro
corazón. En esos momentos, hemos de frenar las impaciencias y permanecer
recogidos con Dios que nos visita. Nada hay en el mundo más importante que
prestar a ese Huésped el honor y la atención que se merece (F. Fernández
Carvajal, J. Rodríguez Sánchez). Jesús vive y nos espera en el Sagrario, y
queremos visitarle, tratarle, que sea nuestro mejor Amigo, para confiarle nuestras
preocupaciones y fallos, enfermedades y lepras, y su manto, vestidura mágica, nos
hace invencibles… (Ricardo Martínez Carazo).
Sobre esta virtud de la gratitud, que hoy os presenta y exige el Evangelio de hoy
san Pablo nos exhorta: “…sean agradecidos. La palabra de Cristo habite en ustedes
con toda su riqueza; instrúyanse y amonéstense con toda sabiduría, canten
agradecidos, himnos y cánticos inspirados. Y todo cuanto hagan, de palabra y de
boca, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a
Dios Padre” (Col 3,15b-17).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)