EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
domingo 13 Octubre 2013
Vigésimo octavo Domingo del tiempo ordinario C
Segundo Libro de los Reyes 5,14-17.
Entonces bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del
hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó
limpio.
Luego volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios. Al llegar, se
presentó delante de él y le dijo: "Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra,
a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor".
Pero Eliseo replicó: "Por la vida del Señor, a quien sirvo, no aceptaré nada".
Naamán le insistió para que aceptara, pero él se negó.
Naamán dijo entonces: "De acuerdo; pero permite al menos que le den a tu
servidor un poco de esta tierra, la carga de dos mulas, porque tu servidor no
ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses, fuera del Señor.
Salmo 98(97),1.2.3-4.
Entonen al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas,
la salvación provino de su diestra,
de su brazo de santidad.
El Señor dio a conocer su salvación,
hizo ver a los paganos su justicia,
se acordó de su amor y fidelidad
en favor de la casa de Is rael.
Todos, hasta los confines del mundo,
han visto la salvación de nuestro Dios.
¡Aclamen al Señor, toda la tierra,
estallen en gritos de alegría!
Segunda Carta de San Pablo a Timoteo 2,8-13.
Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de
David. Esta es la Buena Noticia que yo predico,
por la cual sufro y estoy encadenado como un malhechor. Pero la palabra de Dios
no está encadenada.
Por eso soporto estas pruebas por amor a los elegidos, a fin de que ellos también
alcancen la salvación que está en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna.
Esta doctrina es digna de fe: Si hemos muerto con él, viviremos con él.
Si somos constantes, reinaremos con él. Si renegamos de él, él también renegará
de nosotros.
Si somos infieles, él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo.
Evangelio según San Lucas 17,11-19.
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea.
Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a
distancia
y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!".
Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino
quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz
alta
y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un
samaritano.
Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve,
¿dónde están?
¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?".
Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado".
Comentario del Evangelio por :
San Claudio de la Colombière (1641-1682), jesuita
Retiro de 1674, cuarta semana
“Se echó rostro en tierra, a los pies de Jesús, dándole gracias”
La meditación sobre el amor de Dios, me ha impresionado fuertemente
considerando los bienes que recibo de Dios desde el primer momento de mi vida
hasta hoy. ¡Cuánta bondad! ¡Cuánto desvelo! ¡Cuánta providencia para el cuerpo y
para el alma! ¡Cuánta paciencia! ¡Cuánta dulzura!... Me parece que Dios me ha
hecho penetrar y ver claramente esta verdad: primero, que él está en todas las
criaturas; segundo, que todo lo que hay de bueno en ellas es él; tercero, que es él
quien nos hace todo el bien que de ellas recibimos. Y me parece ver a este rey de
gloria y majestad dedicado a calentar nuestras vestiduras, a refrescarnos con el
aire, a alimentarnos con la comida, a alegrarnos con los sonidos y en los objetos
agradables, a producir en mí todos los movimientos necesarios para vivir y actuar.
¡Qué maravilla!
¡Quién soy yo, oh Dios mío, para ser así servido por vos, en todo momento, con
tanta asiduidad y en todas las cosas con tanto mimo y tanto amor! Y hace lo mismo
con todas las demás criaturas; mas todo eso por mi, igual que un intendente celoso
y vigilante que hace trabajar en todos los rincones del reino para su rey. Lo que es
más admirable es que Dios hace esto mismo con todos los hombres, aunque nadie
piense en ello, si no es alguna alma escogida, alguna alma santa. Es preciso que, al
menos yo, piense en ello y sea agradecido.
Me imagino que, así como Dios quiere que el fin último de todos sus actos sea su
gloria, así también hace todas estas cosas principalmente por amor de aquellos que
piensan en ello y admiran así su bondad, le quedan reconocidos, y de ahí nace la
ocasión para amarle: los demás reciben los mismos bienes como por casualidad o
por suerte… Dios nos da incesantemente el ser, la vida, las acciones de todo cuanto
en el universo hay creado.
Esta es su ocupación en la naturaleza; la nuestra debe ser la de recibir sin cesar
lo que nos envía de todas partes y devolvérselo con acción de gracias, alabándole y
reconociendo que él es el autor de todas las cosas. He prometido a Dios de hacer
cuanto esté de mi parte.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”