El domingo anterior hemos señalado algunas de las condiciones de seguimiento sugeridas en el
Discipulado de Jesucristo, el Señor: la necesidad de interioridad, la pasión por el Reino y la preferencia
por los débiles y sufrientes. En este domingo agregamos dos más: la necesidad que este discipulado se
realice en un proceso personal de la fe y que también tenga una dimensión comunitaria. Difícilmente
podremos asumir los desafíos post-sinodales, sin comprender la necesidad de renovar la fe en la búsqueda
de este camino que todo cristiano tiene que realizar de discípulos.
La reflexión de iluminación de la temática de la primera sesión del Sínodo señalaba respecto al proceso
personal del discipulado: “Para ahondar en la comprensión de la formación y misión del discipulado, será
necesario que no identifiquemos formación o seguimiento con algún curso. No es que nosotros, para
mejorar la formación del laicado, tengamos que pensar que un curso es la respuesta. Puede ser que
participemos en cursos… Todo esto es importante, pero no es solamente formarnos en este sentido.
Estar con Él es otra cosa; es internalizar sus propuestas en un proceso personal, que implica nuestra
conciencia, que es diferente de un proceso individualista o intimista. Es un proceso personal que requiere
la comunidad, la relacionalidad, requiere a los otros, que son el eje de este encuentro personal. Es un
encuentro para salir, para la misión, por eso no es intimista, o individualista. Pero si, es un proceso
personal que implica la formación de la propia conciencia, deberemos reconocer que en general son
procesos lentos, que a veces requieren la vida.
Por eso el discipulado no es de un día para otro. Durante nuestra vida tendremos que ir haciéndonos
discípulos y misioneros. Y esto implicará aquello que hemos reflexionado anteriormente sobre romper con
las cosas que dificultan nuestro seguimiento de Jesucristo, el Señor.
Por eso son para desconfiar las conversiones rápidas. La Iglesia tiene sabiduría para estas cosas, es experta
en humanidad y espiritualidad, porque ya transitó varios años y el Espíritu Santo la asiste.
Entonces hay que subrayar que el itinerario de la fe implica nuestra conciencia y que vayamos asumiendo
las cruces cotidianas. Aquellas que queremos eludir. Y nos pondremos viejos y nos daremos cuenta que
todavía, muchas veces queremos generar nidos, falsas seguridades que dificultan el seguimiento.
En este proceso del discipulado si no están los otros, evidentemente estamos caminando mal. Y podemos
señalar con certeza que no es un discipulado cristiano, porque el discipulado cristiano es muy concreto.
No es un discipulado de un Dios Abstracto, ni es un discipulado donde “los otros” son abstractos. Ser
cristiano implica considerar a “los otros” concretos, como mis hermanos. Cuando hablamos de los pobres
sólo abstractamente, estamos posiblemente ante un Dios conceptual y corremos el riesgo de caer también
en una visión de la pobreza conceptual, o bien en una ideología. Nosotros seguimos a un Dios concreto y
si queremos amar solo a “los otros” y también éstos tienen que ser concretos. Por supuesto podremos
hablar de las problemáticas, pero si no hay personas concretas en nuestra vida, evidentemente estamos
teorizando, como nos gusta hacer tantas veces. Por eso el discipulado cristiano es un proceso marcado por
el amor, por la caridad. Sabiamente el Papa Benedicto nos puso ante este tema de la caridad en el centro
de lo que es el cristianismo, diciéndonos que “Dios es Caridad”.
Este discipulado no lo podemos hacer si no es en Comunión. Como Diócesis, estamos en un camino en el
que queremos vivir este tema de la Comunión, y todos sabemos que nos cuesta y mucho. Tenemos que
superar los individualismos, es un momento eclesial en el que queremos acentuar nuestra relacionalidad,
la diversidad en la Comunión, queremos trabajar en una eclesiología de Comunión, en la figura del Pueblo
de Dios y por supuesto, en la pastoral orgánica.
Cuando decimos esto tenemos que recodar que la Comunión que este discipulado implica, no es
uniformidad. Por el contrario, la Comunión requiere de los carismas, dones, diversidad, pero están
formando parte de un mismo cuerpo, según la expresión Paulina”.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
“ESTAR CON CRISTO Y CON LOS POBRES”
Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el 28º domingo durante el año
(13 de octubre de 2013)