XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Pautas para la homilía
Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?
Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?
La primera observación está en una mirada a las situaciones del dominio de los
poderosos sobre los pobres y sus consecuencias.
En el contexto en que San Lucas sitúa la parábola del juez y la viuda podemos
descubrir una intencionalidad hacia algo que estaba sucediendo cuando la propuso
Jesús: pobreza, exclusi￳n, marginaci￳n, aún entre los “ciudadanos” del pueblo de
Israel; Jesús predic￳ ampliamente contra esta situaci￳n, desde “Bienaventurados
los pobres…” hasta las múltiples curaciones a cojos, paralíticos, leprosos, ciegos,
hambrientos y pecadores; incluso predicó a los que no querían entenderle y que
terminaron por pedir su crucifixión. Igualmente en la época de las primeras
comunidades, que nacieron entre las gentes pobres y fueron ferozmente
perseguidas, encarceladas y martirizadas, el texto enfatiza la esperanza en la
venida de Jesús, insiste en la oración perseverante y centra como valor supremo la
fe. Ahora se nos propone a nuestra iglesia para interpretar y encontrar solución a
los problemas de nuestro tiempo desde la fe en el mensaje evangélico. El pecado
social es más fuerte que nunca: miles y millones que reclaman justicia, se
proponen revoluciones, ideologías, manifestaciones de indignación, pero siguen
existiendo guerras , violencias y, sobretodo, hambre, enfermedad, marginaci￳n…
incluso por la desesperación ni se acierta a levantar los ojos a Dios arrancándole de
los corazones.
La celebración del Domund hará concreta cada uno de estas lacras de nuestro siglo.
La propuesta cristiana desde la fe será que Dios hará justicia a los pobres; no se
dedicará a perseguir a los poderosos (su misma obcecación les llevará al fracaso),
sí a denunciar las injusticias y a advertir que un camino sin esperanza se hunde por
sí mismo (“construir en arena..”); por otra parte nunca faltarán hombres y mujeres
de buena voluntad, testigos de Jesús, en el consuelo y la misericordia… (los
misioneros (as) y toda persona de buena voluntad).
Dios ha colocado en el centro de la historia a su propio Hijo, crucificado y
resucitado, para dar un nuevo giro de luz y esperanza a la humanidad. El
sufrimiento de los humildes que clama a Dios se une al sufrimiento de Jesús y
entonces se manifiesta como fuerza transformadora. Cuando la prueba es intensa y
larga lógicamente viene el cansancio camino de la derrota. La fuerza resucitadora
es la fe, como fuerza del Espíritu para que sea perseverante, en el sufrimiento y en
la llamada a la conversión.
Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?
El problema fundamental ante las situaciones difíciles (también en las fáciles se
pierde el norte) está en mirar para otro lado ante las enseñanzas de Jesús y su
Cruz; hemos perdido algo fundamental, ya se oye decir que son los valores,
especialmente del saber compartir, de la solidaridad, de ser productivos, de la
cultura y de la religión. Épocas, llamadas de progreso, hicieron perder toda
perspectiva de desarrollo integral humano. Por eso Jesús pregunta si “cuando Él
vuelva encontrará fe en la tierra”. La misi￳n del cristiano se hace concreta en
dinamizar todo su potencial cimentado en la fe trascendente: - animarse y animar a
seguir el camino de Jesús; - superar enfrentamientos y divisiones; - superar el
sufrimiento hasta donde se pueda; - que la riqueza y el poder sean parcipables; -
que el plan divino de salvaci￳n sea expuesto desde la pedagogía de Jesús médico…
Fe que ilumine todo un proyecto salvador y que implante la justicia divina en favor
de las súplicas de los urgidos y necesitados y que destierre esas otras “justicias
cansinas” que lo único que hacen es prolongar el sufrimiento y la desesperaci￳n de
los mismos.
Tareas a realizar:
- orar sin desfallecer;
- a la luz de la fe analizar comportamientos;
- presentar ante Dios el sufrimiento de los pobres e indefensos;
- Sensibilizar que Dios ya hizo su tarea, pero no es mago, nosotros debemos
hacer la nuestra siguiendo muy de cerca al Señor.
Domund 2013
El Papa Francisco en su mensaje (del 19 de Mayo de 2013) nos recuerda en primer
lugar que esta Jornada Mundial de las Misiones coincide con la clausura del Año de
la Fe. Después nos dice que “la fe es un don precioso de Dios, el cual abre nuestra
mente para que lo podamos conocer y amar”. Recordando las palabras de
Benedicto XVI a￱ade: “El impulso misionero es una se￱al clara de la madurez de
una comunidad eclesial”. Refiriéndose al A￱o de la Fe nos dice que es una buena
oportunidad para que la iglesia “reciba una conciencia renovada de su presencia en
el mundo contemporáneo, de su misi￳n entre los pueblos y las naciones”, y a￱ade:
“ los ‘límites’ de la fe no s￳lo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el
coraz￳n de cada hombre y de cada mujer”. No podían faltar las referencias a las
dificultades con que tropieza la obra evangelizadora: el primer ímpetu puede
decaer, la oferta evangélica que en sí misma es un homenaje a la libertad puede
necesitar tiempo para su desarrollo y la impaciencia puede llevar a la imposición, es
igualmente exigente que al anuncio siga el testimonio, que se haga en la iglesia y
desde la iglesia lo cual llevará al evangelizador a la seguridad de que no está sólo y
que como miembro del Cuerpo de Cristo estará asistido por Espíritu Santo. Otra
referencia del Papa Francisco es a la situación especial que se vive en nuestro
mundo a causa de “la movilidad general y la facilidad de los medios de
comunicaci￳n”: las personas entran en un anonimato y en un ocultamiento de su
cultura y creencias, al influjo de modos personalistas de la fe, a la carencia de
recursos (pobreza, marginaci￳n, inseguridad…) y de toda ilusi￳n; por eso es
urgente llevar el Evangelio como anuncio de esperanza, reconciliación comunión y
anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvaci￳n….
Termina el Mensaje animando a toda la iglesia a ser portadores de la Buena Noticia
de Cristo, agradeciendo a todos los misioneros (as) de la iglesia su generosa labor y
recordando las palabras de Jesús: “Id, pues, y haced discípulos míos de todas las
naciones”. Este agradecimiento lo refiere el Papa Francisco especialmente a los
cristianos que tienen que afrontar situaciones difíciles para confesar su fe y para
predicarla, amenazados por persecuciones y hasta el martirio; en el nombre de
Jesucristo les dice: “Confiad, yo he vencido al mundo”. (Hasta aquí un síntesis que
no suple la lectura del original).
Fray Francisco Mª. García O.P.
Casa de Ntra. Sra. de Montesclaros
Con permiso de: dominicos.org