FIESTA DE LA VIRGEN DEL PILAR
Homilía del P. Anselm Parés, monje de Montserrat
12 de octubre de 2013
Hch 1, 12-14 / Lc 11, 27-28
Queridos hermanos y hermanas, hoy celebramos la fiesta de la Virgen del Pilar,
patrona de los pueblos de Aragón.
Ahora bien, aunque hoy celebramos especialmente la advocación mariana del Pilar,
todos sabemos que se trata de la única y la misma madre de Dios, venerada con
multitud de invocaciones, como por ejemplo la nuestra de Montserrat, la de la Merced
en Barcelona, y tantas otras como Lourdes, Fátima, Guadalupe, Chestokova ...
La oración colecta de hoy la considero una pequeño joya y, por eso os la quisiera
repetir ahora: "Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has
concedido un amparo celestial a cuantos la invocamos con la secular advocación del
Pilar; concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y
constancia en el amor." Leedla pausadamente, si tenéis un poco de tiempo, meditando
sus palabras. En cambio los textos bíblicos, además de hablar muy poco de la figura
de María, pienso que no le hacen justicia.
La primera lectura de hoy, sacada de los Hechos de los apóstoles, se limita a decirnos
que, después de la Ascensión de Jesús, los apóstoles se reunían en Jerusalén en las
horas de oración, con las mujeres, con María la madre de Jesús, y los parientes de él.
La respuesta del salmo que hemos cantado hoy pienso que es bien aplicable a la
Virgen: "El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado”.
El breve fragmento del evangelio según San Lucas que se nos ha proclamado hoy es
uno de esos textos que considero que no hacen justicia a la persona de María.
Efectivamente, la respuesta de Jesús a la galantería que le hace una mujer entre la
gente, que le dice: " Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron". No es
la que yo me esperaría. Ya que Jesús le respondió: "dichosos los que escuchan la
palabra de Dios y la cumplen”.
Es verdad que los comentaristas de este texto y de otros similares nos dicen que
María es dichosa precisamente porque es la primera creyente. El mismo S. Lucas en
otro lugar de su evangelio, en los relatos de la infancia de Jesús, nos dice, refiriéndose
a María, "Su madre conservaba todos estos recuerdos en su corazón", en referencia a
las palabras que había pronunciado Jesús, cuando tenía doce años, después de haber
sido encontrado por sus padres en el templo de Jerusalén. Les dijo: ¿Por qué me
buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? Pero lo cierto es
que el texto evangélico de hoy no hace ninguna referencia a la fe de María.
Con todo, considero que María, una vez glorificada en el cielo es la principal
colaboradora de su Hijo Jesucristo. Y pienso que su misión principal es llevar mujeres
y hombres a su Hijo.
Hermanos y hermanas, creo que hoy es el día adecuado para compartir con todos
vosotros mi agradecimiento a nuestro Dios. Precisamente hace pocos días,
concretamente el pasado 21 de agosto, celebré con gran alegría interior el 25
aniversario de mi conversión. Efectivamente, el día 21 de agosto de 1988, hacia las
siete de la mañana, el Señor se dignó volverme a llamar, con 46 años cumplidos,
después de 33 años de no haber pisado ninguna iglesia, sino era con ocasión de
alguna boda o funeral.
Y no sólo se limitó a llevarme a sus filas, sino que me llamó a la vida monástica
benedictina en este santuario de Santa María de Montserrat, donde entré el día 24 de
septiembre de 1995, solemnidad de la Virgen María de la Merced, patrona de
Barcelona, la ciudad donde nací. Más tarde, concretamente el día 8 de diciembre de
2006, solemnidad de la Inmaculada Concepción, me llamó al servicio diaconal. Y, hace
pocos días, el servicio presbiteral. Tan pocos días que hoy, fiesta de la Virgen del
Pilar, con 71 años, me encuentro entre vosotros celebrando mi primera misa.
Es un deber de justicia y de estima dar gracias a Dios por esta obra que ha hecho en
mí. Tal como haremos todos dentro de unos momentos, cuando haré la exhortación
"Demos gracias al Señor, nuestro Dios“, y vosotros responderéis: "Es justo y
necesario“.
En esta acción de gracias quiero incluir a la persona de la Virgen, a la que no puedo ni
quiero olvidar, por su acción preeminente y guía en el proceso de mi conversión.
Ahora, a continuación, en esta primera Eucaristía que presido, podremos dar todos
juntos gracias a Dios por lo que ha hecho, hace y hará por todos nosotros, tanto por
los que nos encontramos en esta basílica, como por los que no están. Precisamente,
Eucaristía significa acción de gracias al único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que
reina eternamente. A Él la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.