EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
sábado 19 Octubre 2013
Sábado de la vigésima octava semana del tiempo ordinario
Carta de San Pablo a los Romanos 4,13.16-18.
E n efecto, la promesa de recibir el mundo en herencia, hecha a Abraham y a su
posteridad, no le fue concedida en virtud de la Ley, sino por la justicia que procede
de la fe.
Por eso, la herencia se obtiene por medio de la fe, a fin de que esa herencia sea
gratuita y la promesa quede asegurada para todos los descendientes de Abraham,
no sólo los que lo son por la Ley, sino también los que lo son por la fe. Porque él es
nuestro padre común,
como dice la Escritura: Te he constituido padre de muchas naciones. Abraham es
nuestro padre a los ojos de aquel en quien creyó: el Dios que da vida a los muertos
y llama a la existencia a las cosas que no existen.
Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de muchas
naciones, como se le había anunciado: Así será tu descendencia.
Salmo 105(104),6-7.8-9.42-43.
R aza de Abrahán, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido!
El es el Señor, es nuestro Dios,
sus decisiones tocan a toda la tierra.
Se acuerda para siempre de su alianza,
de la palabra impuesta a mil generaciones,
del pacto que con Abrahán concluyó,
y de su juramento a Isaac.
Es que se acordó de su santa palabra
que le dio a Abrahán, su servidor;
hizo salir a su pueblo alegremente,
a sus elegidos entre gritos de gozo.
Evangelio según San Lucas 12,8-12.
Les aseguro que aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el
Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios.
Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los
ángeles de Dios.
Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que
blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se
preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir,
porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir".
Comentario del Evangelio por :
San Rafaél Arnáiz Barón (1911-1938), monje trapense español
Escritos Espirituales, 04/03/1938
“Aquel que me defienda delante de los hombres, el Hijo del hombre le
defenderá ante los ángeles”
Cojo hoy en nombre de Dios la pluma, para que mis palabras al estamparse en el
blanco papel sirvan de perpetua alabanza al Dios bendito, autor de mi vida, de mi
alma y de mi corazón.
Quisiera que el universo entero, con todos los planetas, los astros todos y los
innumerables sistemas siderales, fueran una inmensa superficie tersa donde poder
escribir el nombre de Dios.
Quisiera que mi voz fuera más potente que mil truenos, y más fuerte que el ímpetu
del mar, y más terrible que el fragor de los volcanes, para sólo decir, Dios.
Quisiera que mi corazón fuera tan grande como el cielo, puro como el de los
ángeles, sencillo como la paloma, para en él tener a Dios.
Mas ya que toda esa grandeza soñada no se puede ver realizada, conténtate,
hermano Rafael, con lo poco, y tú que no eres nada, la misma nada te debe bastar.
¡Qué hipocresía decir que nada tiene..., el que tiene a Dios! ¡Sí!, ¿por qué
callarlo?... ¿Por qué ocultarlo? ¿Por qué no gritar al mundo entero, y publicar a los
cuatro vientos, las maravillas de Dios?
¿Por qué no decir a las gentes, y a todo el que quiera oírlo?... ¿Ves lo que soy?...
¿Veis lo que fui? ¿Veis mi miseria arrastrada por el fango?... Pues no importa,
maravillaos, a pesar de todo, yo tengo a Dios..., Dios es mi amigo..., que se hunda
el sol, y se seque el mar de asombro..., Dios a mí me quiere tan entrañablemente,
que si el mundo entero lo comprendiera, se volverían locas todas las criaturas y
rugirían de estupor.
Más aún... todo eso es poco.
Dios me quiere tanto que los mismos ángeles no lo comprenden.
¡Qué grande es la misericordia de Dios! ¡Quererme a mí..., ser mi amigo..., mi
hermano..., mi padre, mi maestro..., ser Dios y ser yo lo que soy!
¡Ah!, Jesús mío, no tengo papel ni pluma. ¡Qué diré!... ¿Cómo no enloquecer?...
¿Cómo es posible vivir, comer, dormir, hablar y tratar con todos? ¿Cómo es posible
que aún tenga serenidad para pensar en algo que el mundo llama razonable, yo
que pierdo la razón pensando en Ti?
¡Cómo es posible, Señor!... Ya lo sé, Tú me lo has explicado..., es por el milagro de
la gracia.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”