EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Vigésimo noveno Domingo del tiempo ordinario C
Libro del Exodo 17,8-13.
Después vinieron los amalecitas y atacaron a Israel en Refidim.
Moisés dijo a Josué: "Elige a algunos de nuestros hombres y ve mañana a combatir
contra Amalec. Yo estaré de pie sobre la cima del monte, teniendo en mi mano el
bastón de Dios".
Josué hizo lo que le había dicho Moisés, y fue a combatir contra los amalecitas.
Entretanto, Moisés, Aarón y Jur habían subido a la cima del monte.
Y mientras Moisés tenía los brazos levantados, vencía Israel; pero cuando los
dejaba caer, prevalecía Amalec.
Como Moisés tenía los brazos muy cansados, ellos tomaron una piedra y la pusieron
donde él estaba. Moisés se sentó sobre la piedra, mientras Aarón y Jur le sostenían
los brazos, uno a cada lado. Así sus brazos se mantuvieron firmes hasta la puesta
del sol.
De esa manera, Josué derrotó a Amalec y a sus tropas al filo de la espada.
Salmo 121(120),1-2.3-4.5-6.7-8.
Dirijo la mirada hacia los montes:
¿de dónde me llegará ayuda?
Mi socorro me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No deja que tu pie dé un paso en falso,
no duerme tu guardián;
jamás lo rinde el sueño o cabecea
el guardián de Israel.
El Señor es tu guardián y tu sombra,
el Señor está a tu diestra.
Durante el día el sol no te maltratará,
ni la luna de noche.
Te preserva el Señor de todo mal,
él guarda tu alma.
El te guarda al salir y al regresar,
ahora y para siempre.
Segunda Carta de San Pablo a Timoteo 3,14-17.4,1-2.
Pero tú permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente
convencido: tú sabes de quiénes la has recibido.
Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la
sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús.
Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para
corregir y para educar en la justicia,
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el
bien.
Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los
muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino:
proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende,
exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar.
Evangelio según San Lucas 18,1-8.
Después Jesús les enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin
desanimarse:
"En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres;
y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que
me hagas justicia contra mi adversario'.
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni
me importan los hombres,
pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga c
ontinuamente a fastidiarme'".
Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto.
Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los
haga esperar?
Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el
Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".
Comentario del Evangelio por :
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la
Iglesia
Discurso sobre los Salmos, Sal. 37, 14
« Les dijo una parábola para mostrarles que hay que orar sin cesar”
"Todas mis ansias están en tu presencia" (Sal. 37,10)... Tu deseo, es tu oración; si
tu deseo es continuo, tu oración también es continua. Por eso el apóstol Pablo dijo:
"orar sin cesar" (1Te 5,17). ¿Puede decirlo porque, sin tregua, doblamos la rodilla,
prosternamos nuestro cuerpo, o elevamos las manos hacia Dios? Si decimos que
rezamos sólo en estas condiciones, no creo que pudiéramos hacerlo sin tregua.
Pero hay otra oración, interior, que es sin tregua: es el deseo. Aunque te
encuentres en cualquier ocupación, si deseas este descanso del sábado, del que
hablamos, rezas sin cesar. Si no quieres dejar de rogar, no dejes de desear.
¿Tu deseo es continuo? Entonces tu grito es continuo. Te callarás sólo si dejas de
amar ¿Quienes son los que se callaron? Son aquellos sobre los que se dijo: "al
crecer la maldad, la caridad de muchos se enfriará" (Mt 24,12). La caridad que se
enfría, es el corazón que se calla; la caridad que quema, es el corazón que grita. Si
tu caridad subsiste sin cesar, gritas sin cesar; si gritas sin cesar, es porque deseas
siempre; si estás repleto de este deseo, es porque piensas en el descanso eterno.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”