XXIX Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Martes
Lecturas bíblicas
a.- Rm. 5,12.15.17-21: Por el pecado de uno comenzó el reinado de la
muerte.
b.- Lc. 12, 35-38: Dichosos los criados que el Señor al volver, encuentre en
vela.
Los discípulos deben estar en vela y preparados, porque la hora de la Parusía, nadie
la conoce. Es la actitud del criado, que espera a su señor que regresa de un
banquete. El símbolo de la túnica recogida, es para señalar que está pronto a
servir, trabajar o combatir. A la cintura ceñida, se agrega la lámpara en la mano, es
decir que el criado debe estar moralmente preparado para cuando reciba la llamada
de su señor, cuando venga a juzgar. La vida del discípulo debe ser trasparente,
cargado de frutos de justicia por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios (Flp. 1,
10ss). Este discípulo o criado, es felicitado por su Señor, con dos clases de bienes:
le servirá a la mesa, y lo hará partícipe de su gloria. El siervo se convierte en señor
y el Señor en siervo; Dios hace partícipes de su gloria, a los que velan su regreso
(Cfr. Lc. 22,27). En el fondo, es el amor, hecho fe y esperanza lo que hace que el
hombre espere el regreso de Jesús, al final de los tiempos. Encontrada la auténtica
riqueza en Cristo, el hombre se vuelve inquieto por alcanzarla, espera hora tras
hora, la llegada de su Señor para abrirle la puerta (v. 36). En la oscuridad de la
noche, tendrá que hacer su camino de fe, esperanza y caridad, es decir, lo
misterios del reino de Dios, en tensión de eternidad. El cristiano espera en forma
confiada el regreso de Aquel, a quien sirve y ama cada día. Pero además hay que
decir que lo esperado, ya lo poseemos en fe día a día, y es la esperanza la que
revive el amor por Jesucristo. Un místico enamorado, como es Juan de la Cruz,
escribe estos versos: “Oh, noche que guiaste, /oh noche amable más que alborada;
/oh noche que juntaste/ Amado con amada, / amada en el Amado transformada”.
La luz de Cristo ilumina la vida de todos los creyentes, los que se acercan a ÉL,
para tener la luz de la vida (cfr. Jn. 8, 12).
Teresa de Jesús, se ve enriquecida de lo alto por dones y carismas mientras espera
la llegada del Esposo de su vida. “Va su Majestad esmaltando…con sus dones…para
ver de qué quilates es el amor que le tiene” (CAD 6,10).