EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
martes 22 Octubre 2013
Martes de la vigésima novena semana del tiempo ordinario
Carta de San Pablo a los Romanos 5,12.15b.17-19.20b-21.
Por lo tanto, por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la
muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.
Pero no hay proporción entre el don y la falta. Porque si la falta de uno solo provocó
la muerte de todos, la gracia de Dios y el don conferido por la gracia de un solo
hombre, Jesucristo, fueron derramados mucho más abundantemente sobre todos.
En efecto, si por la falta de uno solo reinó la muerte, con mucha más razón, vivirán
y reinarán por medio de un solo hombre, Jesucristo, aquellos que han recibido
abundantemente la gracia y el don de la justicia.
Por consiguiente, así como la falta de uno solo causó la condenación de todos,
también el acto de justicia de uno solo producirá para todos los hombres la
justificación que conduce a la Vida.
Y de la misma manera que por la desobediencia de un solo hombre, todos se
convirtieron en pecadores, también por la obediencia de uno solo, todos se
convertirán en justos.
Es verdad que la Ley entró para que se multiplicaran las transgresiones, pero donde
abundó el pecado, sobreabundó la gracia.
Porque así como el pecado reinó produciendo la muerte, también la gracia reinará
por medio de la justicia para la Vida eterna, por Jesucristo, nuestro Señor.
Salmo 40(39),7-8a.8b-9.10.17.
No quisiste sacrificios ni ofrendas
—lo dijiste y penetró en mis oídos—
no pediste holocaustos ni víctimas.
Entonces dije: «Aquí estoy,
de mi está escrito en el rollo del Libro.
He elegido, mi Dios, hacer tu voluntad,
y tu Ley está en el fondo de mi ser».
Publiqué tu camino en la gran asamblea,
no me callé, Señor, tú bien lo sabes.
Pero que en ti se alegren y regocijen
todos los que te buscan, y que repitan siempre:
«¡Dios es grande!» los que desean tu salvación.
Evangelio según San Lucas 12,35-38.
Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas.
Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda,
para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les
aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a
servirlo.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
Comentario del Evangelio por :
San Gregorio de Nisa (c.335-395), monje, obispo
Homilía sobre el Cantar de los Cantares, n°11, 1; PG 44, 996
“Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas.”
El Verbo nos invita a sacudir de los ojos de nuestra alma el pesado sopor y a
liberar nuestro espíritu de todo espejismo, para no apartarnos de las realidades
verdaderas que nos atan a lo que no tiene consistencia. Por esto, el Señor nos
sugiere el pensamiento de la vigilancia, diciendo: “Tened ceñida la cintura y
encendidas las lámparas.”...El sentido de esos símbolos está bien claro. Aquel que
se ciñe con la moderación, vive en la luz de una conciencia pura, porque la
confianza filial ilumina su vida como una lámpara. Iluminada por la verdad, su alma
queda libre del sueño de las ilusiones, porque ninguna fantasía vana lo engaña. Si
guardamos esto, según las indicaciones del Verbo, entramos en una vida similar a
la de los ángeles...
Ellos, en efecto, esperan al Señor cuando vuelva de la boda y están sentados en
la puerta del cielo con los ojos vigilantes, para que el Rey de la gloria (Sal. 23,7)
pueda pasar de nuevo cuando vuelva de la boda y entre en la bienaventuranza que
está por encima de todos los cielos de donde “sale como el esposo de su alcoba”
(Sal. 19,6)
El, por el baño sacramental de la regeneración, se ha unido a nuestra naturaleza
humana que se había prostituido con los ídolos y la ha restituido a su
incorruptibilidad virginal. Se han consumado las bodas ya que la Iglesia ha sido
esposada por el Verbo... e introducida en la alcoba nupcial de los misterios. Los
ángeles esperan la vuelta del Rey de la gloria en la bienaventuranza que le es
connatural.
Por esto dice el texto que nuestra vida tiene que ser semejante a la de los
ángeles, para que, como ellos, nosotros vivamos alejados del vicio y de la ilusión,
para estar prontos en acoger la llegada del Señor, y que, vigilando en la puerta de
nuestra morada, aguardemos su venida para abrir así que llame.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”