XXX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Padre Emilio Betancur Múnera
UNO ENALTECIDO Y OTRO REBAJADO.
Desde el principio Lucas nos advierte que este texto es una parábola, es decir, que
todos los fariseos o publicanos no son como los del evangelio. Se trata de dos
actitudes diferentes para que interroguemos nuestra propia actitud y forma de
pensar, con frecuencia farisaica o al estilo publicano, al mismo tiempo.
PUBLICANO Y VIUDA POBRES
El domingo pasado nos encontramos ante un juez cínico y una viuda que nunca
dejó de pedirle justicia; hoy es de un publicano el ejemplo. ¿Puede existir alguna
relación entre el publicano rico y la viuda pobre del domingo anterior? Si. Ambos
son pobres no por lo que tengan sino en el corazón: la viuda tiene que humillarse
ante un juez injusto, y el publicano tiene que cargar con una mala reputación, así
tenga mucha plata mal habida, que no es una menor o peor pobreza. No era
ninguna honra estar al servicio y colaborar con el “ocupante”. Los publicanos
pagaban primero a Roma y después cobraban lo que quisieran a los judíos; en eso
consistía su negocio.
SOLO UN ORABA
Cuando el publicano pedía perdón y se golpeaba el pecho estaba en lo cierto y era
justificado: “La oraci￳n del humilde atraviesa las nubes, y mientras el no obtiene lo
que puede, permanece sin descanso, y no desiste, hasta que el Altísimo lo atiende
y el justo juez le hace justicia” (Primera lectura)...
El fariseo no oraba sino que se contemplaba a si mismo con sentimientos de
satisfacción ególatra. El uno recibió más de lo que esperaba y el otro no esperaba
nada con lo que decía: “Dios mío te doy gracias porque no soy como los demás
hombres: ladrones, impuros y adúlteros. Tampoco soy como ese publicano. Ayuno
dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias… el publicano en
cambio se qued￳ lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo… Dios apiádate de
mí que soy un pecador” (Evangelio) El uno sali￳ enaltecido y el otro se fue
humillado. El primero es un mal ejemplo que está en la línea del juez injusto, el
segundo pertenece a la familia de la viuda despreciada por la ley.
Elevarse es creerse más de lo que uno es y humillarse es conocer la verdad de lo
que uno es. El suficiente pierde la posibilidad de contar en la vida con los valores de
los demás porque se basta a sí mismo. “El Se￱or es un juez que no se deja
impresionar por apariencias, ni cree en la ilusión de nuestras inocencias. No
menosprecia a nadie por ser pobre y escucha las súplicas del oprimido” (Primera
lectura)
LA VERDAD ES HUMILDE.
El humilde está en la verdad por reconocer a los otros superiores a él. “Considerad
a los demás como superiores a vosotros, aconsejaba Pablo; y a Timoteo le
compartía: “El Se￱or me seguirá librando de todos los peligros y me llevará salvo a
su reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos amén” (Segunda lectura)
El evangelio ratifica esta promesa: “Felices los pobres de corazón porque de ellos es
el Reino de los cielos” (Bienaventuranza). “El se￱or no está lejos de sus fieles, y
levanta a quienes sufren. Salva el señor la vida de sus siervos, no morirán quienes
en él esperan” canta el Salmo (33).