Tiempo y Eternidad
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José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
Zaqueo y la misión continúa
La agencia Fides acaba de publicar las últimas cifras de población mundial y su relación con la Iglesia
Católica al año 2012. El total de habitantes en el mundo al final del año 2011 fue de 6.933.310.000
personas de las cuales 1,213,591,000 pertenecen a la iglesia católica, es decir, representamos el 17.5%
con un aumento de 17,920,000 con respecto al año pasado. Este aumento está prorrateado entre los cinco
continentes. El total de sacerdotes en el mundo es de 413,418.
El encuentro de Jesús con Zaqueo en la ciudad de Jericó tiene un tinte eminentemente misionero, que va
en sintonía con nuestra condición de bautizados, con las estadísticas de católicos en el mundo y con las
directrices que los obispos de América Latina y del Caribe nos dejaron en Aparecida, Brasil, a través del
programa “Misi￳n Continental”. Este documento tiene por objeto custodiar y alimentarla fe del pueblo
de Dios y recordar a los fieles que en virtud del bautismo, estamos llamados a ser discípulos y
misioneros de Jesucristo.
El documento de Aparecida debe ser un vademécum para todos los sacerdotes, catequistas y religiosos.
Hay que acompañar nuestra labor pastoral haciendo referencia a esta guía que el Papa Benedicto XVI y
nuestros Obispos nos entregaron como programa de trabajo para los próximos años. Un programa que
nace de la realidad de nuestros pueblos, que toma en cuenta su riqueza y sus necesidades materiales y
espirituales más perentorias.
¿Por qué es importante no olvidar ni dejar que pierda actualidad “La misi￳n continental”? Porque
estamos expuestos al peligro de caer en un pragmatismo en nuestra forma de vivir la vida cristiana, en la
cual aparentemente todo procede de manera normal, pero en realidad la fe se va desgastando y
marchitando. La historia nos ha demostrado que el daño más grande no lo ocasionaron las herejías o las
persecuciones, sino la indiferencia en la vivencia de la fe.
¿Cuál es el camino? Llevar el amor de Dios a los hombres, facilitarles el encuentro con Cristo de donde
brotará el cambio de vida que millares de personas han experimentado, como Zaqueo, aquel publicano
que deseaba conocer a Jesús por simple curiosidad, sin mayores pretensiones, pero cuando lo recibe en
su casa, conversa con él, escucha su palabra, hace la experiencia de la paz que recibe en su alma y en su
hogar, entonces se realiza la conversión, el dejar de vivir para las cosas del mundo y opta por un
programa misionero. Zaqueo lo expresa diciendo: “Mira, Se￱or, voy a dar a los pobres la mitad de mis
bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más” (Lc 9, 1-10). A lo que Jesús sólo
coment￳: “Hoy ha llegado la salvaci￳n a esta casa”.
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