La “Madre coraje”
No hay ninguna novedad al afirmar que la vida es una lucha. Pero sí hay novedad
cuando constatamos la inmensa cobardía que nos sobrecoge hoy. Pareciéramos
“sentados en sombras de muerte”. Hay algo que nos divide a los seres humanos en dos
bandos: La esperanza. De un lado quedan los derrotados. Del otro, quienes se
revistieron de coraje. Así la madre de los Macabeos.
Las lecturas de hoy quedan definidas por un número: El siete. Siete varones en el
evangelio que, en forma más bien bobalicona, se disputan una mujer. Y siete en la
primera lectura, que azuzados por su madre, definen el horizonte infinito de la
esperanza, cruzando en el mar de su sangre, la frontera de la resurrección.
San Pablo nos habla del “Dios de la esperanza y el Dios de todo consuelo”. Esperanza y
consuelo que tienen un único fundamento: El amor de Dios. Un amor fiel, jamás
denegado. Un amor constante que jamás falla. Un amor personalizado que tiene nombre
y apellido en cada ser humano, en cada circunstancia, cuando la luz nos inunda o
cuando se cierne en el horizonte la penumbra del dolor o el desaliento.
Al número siete de nuestras lecturas hay que sumar un número más: Aquel que
representa a la mujer. En el evangelio, una mujer abusada hasta dejarla estéril. En los
Macabeos, una madre que tiene un apellido: Coraje. Supo cultivar en sus hijos la
esperanza. Es no sólo su presente. Es también su futuro dándoles la estatura de la
eternidad. ¡Madre coraje! Nos urge reivindicar su presencia hoy más que nunca.
Cochabamba 10.11.13
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com