Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 31, Martes
--------------------------------------------------------------------------------
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Cada miembro está al servicio de los otros miembros *
Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor. * Sal por los caminos y senderos e
insísteles hasta que entren y se me llene la casa
Textos para este día:
Romanos 12,5-16a:
Hermanos: Nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada
miembro está al servicio de los otros miembros. Los dones que poseemos son
diferentes, según la gracia que se nos ha dado, y se han de ejercer así: si es la
profecía, teniendo en cuenta a los creyentes; si es el servicio, dedicándose a servir;
el que enseña, aplicándose a enseñar; el que exhorta, a exhortar; el que se
encarga de la distribución, hágalo con generosidad; el que preside, con empeño; el
que reparte la limosna, con agrado.
Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno.
Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más
que a uno mismo. En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos
ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres:
estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración. Contribuid en las
necesidades de los santos; practicad la hospitalidad. Bendecid a los que os
persiguen; bendecid, sí, no maldigáis. Con los que ríen, estad alegres; con los que
lloran, llorad. Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes
pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.
Salmo130:
Señor, mi corazón no es ambicioso, / ni mis ojos altaneros; / no pretendo
grandezas / que superan mi capacidad. R.
Sino que acallo y modero mis deseos, / como un niño en brazos de su madre. R.
Espere Israel en el Señor / ahora y por siempre. R
Lucas 14,15-24:
En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: "¡Dichoso el que coma en el
banquete del reino de Dios!" Jesús le contestó: "Un hombre daba un gran banquete
y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los
convidados: "Venid, que ya está preparado." Pero ellos se excusaron uno tras otro.
El primero dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por
favor." Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas.
Dispénsame, por favor." Otro dijo: "Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo
ir." El criado volvió a contárselo al amo. Entonces el dueño de la casa, indignado, le
dijo al criado: "Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres,
a los lisiados, a los ciegos y a los cojos." El criado dijo: "Señor, se ha hecho lo que
mandaste, y todavía queda sitio." Entones el amo le dijo: "Sal por los caminos y
senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa." Y os digo que
ninguno de aquellos convidados probará mi banquete."
Homilía
Temas de las lecturas: Cada miembro está al servicio de los otros miembros *
Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor. * Sal por los caminos y senderos e
insísteles hasta que entren y se me llene la casa
1. Un solo cuerpo
1.1 La enseñanza de san Pablo sobre nuestra unidad como cuerpo tiene dos
dimensiones, según aprendemos en la primera lectura de hoy. Por una parte,
estamos "unidos a Cristo"; por otra, "somos miembros los unos de los otros". Estas
dos dimensiones son a la vez distintas e inconfundibles, pero también inseparables,
aunque está claro que la segunda deriva de la primera.
1.2 Hoy, sin embargo, quisiera insistir en el segundo aspecto, porque quizá es
menos comentado: somos miembros los unos de los otros. Esta convicción y
sentimiento profundo es indispensable para la vida de la Iglesia. Mientras no
sintamos que cada vez que se pierde algo en un hermano, o se pierde un hermano,
algo de nosotros mismos es mutilado, difícilmente comprenderemos qué significan
las palabras básicas del Evangelio: gracia, compasión, redención, vida nueva.
1.3 Por otra parte, reconocer que soy parte de mi hermano es reconocer que él
tiene algún derecho sobre mí, sobre mis dones y posibilidades, sobre mi tiempo y
mis bienes, sobre mis oraciones y preocupaciones. O con otras palabras: no me
está "invadiendo" ni "agrediendo" si pide alguna de estas cosas de mí, o incluso, si
las necesita aunque no sepa cómo pedirlas.
1.4 Y reconocer que mi hermano es parte de mí es saber que me interesa lo que le
pase, aunque eventualmente él piense que lo estoy "invadiendo" o "agrediendo"
simplemente porque me intereso por sus cosas. En tales circunstancias, el ejercicio
del amor fraterno entraña ir más allá de su aprobación o desaprobación; supone ir
más allá de lo que él alcanza a ver, no como un ejercicio de poder sino como una
obra de la misericordia.
2. Los Invitados que se Disculpan
2.1 A veces es un ejercicio interesante, al escuchar una parábola, transportarnos de
tal manera a la escena que se nos describe, que lleguemos incluso a meternos en
los personajes, hasta casi descubrir sus propias intenciones... que a veces no son
otras sino las mismas nuestras.
2.2 Hoy por ejemplo, en el evangelio, tenemos el tema de las disculpas. Dios hace
una invitación y nadie se la recibe. Es un tema que encontramos con alguna
frecuencia en los profetas: un banquete que nadie quiere (Is 55,1-2; cf. Pro 9,5-6),
una propuesta que a nadie le interesa (Is 30,9-11), una ley que nadie obedece (Is
65,2), una fuente que ha sido olvidada por cavarse cisternas agrietadas (Jer 2,13).
2.3 Lo interesante de las disculpas que leemos hoy es que todas parecen muy
"razonables". Se trata de unos invitados que están genuinamente ocupados en
cosas muy grandes y graves; tanto, que junto a ellas la invitación divina no parece
pesar lo suficiente. Eso da escalofrío: que lo mío resulte tan importante que yo
mismo ya no importe. Porque despreciar el llamado de Dios es perderme yo.