EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
domingo 10 Noviembre 2013
Trigésimo segundo Domingo del tiempo ordinario C
Segundo Libro de Macabeos 7,1-2.9-14.
También fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey,
flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de
cerdo, prohibida por la Ley.
Pero uno de ellos, hablando en nombre de todos, le dijo: "¿Qué quieres preguntar y
saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de
nuestros padres".
Y cuando estaba por dar el último suspiro, dijo: "Tú, malvado, nos privas de la vida
presente, pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que
nosotros morimos por sus leyes".
Después de este, fue castigado el tercero. Apenas se lo pidieron, presentó su
lengua, extendió decididamente sus manos
y dijo con valentía: "Yo he recibido estos miembros como un don del Cielo, pero
ahora los desprecio por amor a sus leyes y espero recibirlos nuevamente de él".
El rey y sus acompañantes estaban sorprendidos del valor de aquel joven, que no
hacía ningún caso de sus sufrimientos.
Una vez que murió este, sometieron al cuarto a la misma tortura y a los mismos
suplicios.
Y cuando ya estaba próximo a su fin, habló así: "Es preferible morir a manos de los
hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por él. Tú, en cambio,
no resucitarás para la vida".
Salmo 17(16),1.5-6.8.15.
Escucha mi grito, Señor,
atiende a mis clamores,
presta atención a mi plegaria,
pues no hay engaño en mis labios.
Afirma mis pasos en tus caminos
para que no tropiecen mis pies.
A ti te llamo, oh Dios,
esperando tu respuesta;
inclina a mí tu oído
y escucha mi ruego.
Guárdame como a la niña de tus ojos,
escóndeme a la sombra de tus alas,
Y yo, como justo,
contemplaré tu rostro,
y al despertar,
me saciaré de tu semblante.
Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 2,16-17.3,1-5.
Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio
gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza,
los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena.
Finalmente, hermanos, rueguen por nosotros, para que la Palabra del Señor se
propague rápidamente y sea glorificada como lo es entre ustedes.
Rueguen también para que nos veamos libres de los hombres malvados y
perversos, ya que no todos tienen fe.
Pero el Señor es fiel: él los fortalecerá y los preservará del Maligno.
Nosotros tenemos plena confianza en el Señor de que ustedes cumplen y seguirán
cumpliendo nuestras disposiciones.
Que el Señor los encamine hacia el amor de Dios y les dé la perseverancia de
Cristo .
Evangelio según San Lucas 20,27-38.
Se le acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección,
y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin
tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda.
Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos.
El segundo
se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar
descendencia.
Finalmente, también murió la mujer.
Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron
por mujer?".
Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan,
pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la
resurrección, no se casarán.
Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al
ser hijos de la resurrección.
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la
zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de
Jacob.
Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para
él".
Comentario del Evangelio por :
Teodoro de Mopsuestia (?-428), obispo y teólogo
Comentario sobre el evangelio de Juan, libro II; CSCO 116, p. 55-56
"No es un Dios de muertos, sino de vivos"
El fundamento de nuestra condición presente, es Adán; pero para nuestra vida
futura, es Cristo, nuestro Señor. Lo mismo que Adán fue el primer hombre mortal y
que más tarde todos somos mortales a causa de él, así Cristo es el primero que ha
resucitado de entre los muertos, y les dio el germen de la resurrección a los que
vendrán después de él. Venimos a esta vida visible por el nacimiento corporal, y
por eso somos totalmente perecederos; pero en la vida futura, seremos
transformados por la fuerza del Espíritu Santo, y por eso resucitaremos
imperecederos.
Esto se realizará sólo cuando este germen de vida se abra, pero desde ahora,
Cristo nuestro Señor quiso transportarnos allí de manera simbólica otorgándonos el
bautismo, este nuevo nacimiento en sí mismo. Este nacimiento espiritual ya es la
prefiguración de la resurrección y de la regeneración que se realizará plenamente
en nosotros cuando pasemos a la otra vida. Por eso el bautismo es llamado también
regeneración…
Cuando el apóstol Pablo habla de la vida futura, quiere tranquilizar a sus auditores
con estas palabras: "no sólo la creación, sino que nosotros también que recibimos
las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, esperando la redención de
nuestro cuerpo" (Rm 8,23). Porque si recibimos desde ahora las primicias de la
gracia, esperamos recibirlas en plenitud cuando nos sea dada la felicidad de la
resurrección.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”