DOMINGO 33° TIEMPO ORDINARIO “C”
Lecturas :
Malaquías 3, 19-20ª
II carta de san Pablo a los cristianos de Tesalónica 3, 7-12
Evangelio según san Lucas 21, 5-19
El Templo destruido y reconstruido.
“Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y
ofrendas votivas, Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre
piedra: todo será destruido.”
Del así llamado “discurso escatológico” de Jesús que nos relata san Lucas en el capítulo 21 de su
evangelio están también las versiones paralelas de los evangelistas Mateo y Marcos. Lucas ubica
este diálogo en el templo, Mateo y Marcos mientras Jesús salía del templo, contemplando su
magnificencia desde el monte de los Olivos.
Los “algunos” anónimos que comentan a Jesús su admiración por el templo de Jerusalén parece
que fueron de sus discípulos. El comentario no es capcioso sino sincero y quieren compartirlo con
el Maestro.
También Jesús admira y aprecia el templo de Jerusalén. En el templo había sido presentado a Dios
por su Madre a los cuarenta días (Lc. 2, 22-24), cuando fueron proclamadas las profecías sobre Él
por aquellos ancianos, Simeón y Ana (Lc. 2, 25-38). Al templo le llevaban María y José por la
Pascua cada año y allí se entretuvo hablando con los doctores cuando se perdió de la vista de ellos
y luego fue hallado por sus padres que le buscaban; a los 12 años de edad. Se estaba ocupando, en
el templo, “de los asuntos de Su Padre” (Lc. 2, 41-50).
En el templo de Jerusalén el Maestro había enseñado “abiertamente al mundo” tantas veces… (Jn.
18, 20). El templo es la casa de Dios, la casa de Su Padre, casa de oración, y por ese celo echó a los
vendedores que la habían convertido en un centro comercial (Lc. 19, 45-46; Jn. 2, 13-17).
También Jesús admira y aprecia el templo de Jerusalén.
En el evangelio que hoy proclamamos, la respuesta de Jesús, mirando al futuro, parece pesimista
con respecto al esplendor del templo. «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará
piedra sobre piedra : todo será destruido .” El ánimo de los discípulos se habrá venido abajo. Pero
no comprendieron entonces el alcance de sus palabras.
1
Pocos días después, ante los Sumos Sacerdotes y el Sanedrín, durante el proceso armado contra
Jesús, falsos testigos le echarían en cara que Él había dicho, hablando de la destrucción del Templo
“en tres días lo reconstruiré” (Mt. 26, 61). Y quienes pasaban junto a la cruz le insultarían
diciéndole “Tú que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ᄀsálvate a ti mismo, si
eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!” (Mt. 27, 39-40).
Y después de su muerte “el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Mt. 27, 51)
manifestando así que el Templo de la Antigua Alianza es superado por el Templo de la Nueva
Alianza, que el viejo Templo es superado por el Templo nuevo que es el Cuerpo de Jesús.
Ahora sí comprendemos mejor el sentido de aquellas palabras misteriosas sobre el Templo
destruido y reconstruido.
Escribe el evangelista san Juan, en efecto, que después de la expulsión de los vendedores del
Templo, “Los judíos entonces le replicaron (a Jesús) diciéndole: « ¿Qué señal nos muestras para
obrar así? ». Jesús les respondió: « Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré. ». Los judíos
le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a
levantar en tres días? ». Pero Él hablaba del Santuario de su cuerpo . Cuando resucitó , pues, de
entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y
en las palabras que había dicho Jesús.” (Jn. 2, 18-22).
El Templo nuevo que es el Cuerpo de Jesús, un Templo que no está hecho por mano de hombre.
“Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros” (Jn. 1, 14). En Jesús, Dios se hizo
Hombre. Cuando muere Jesús, el Templo que es su Cuerpo es destruido y con su Resurrección
reconstruido. Y después de su Resurrección, el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia, nueva
Jerusalén, permanece como signo, señal, de la presencia de Dios.
Por ello dice san Juan: “Cuando resucitó , pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos
de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.” (Jn. 2,
22).
Sólo se descifra el sentido de esas palabras de Jesús sobre la destrucción y reconstrucción del
Templo a la luz de su Pascua, de su pasión y Resurrección. Esa Pascua que estaba ya próxima
cuando Jesús dijo este discurso escatológico, precisamente en Jerusalén, en el Templo.
Pero los discípulos no entendieron entonces, sino después de la Resurrección, el sentido de esa
profecía. Se habrán puesto tristes pero el mensaje del Señor no es para entristecerlos sino para
animarlos.
Vendrán tiempos difíciles, los tiempos de la Pasión y Muerte de Jesús, la destrucción física de
Jerusalén y su Templo en el año 70, los tiempos de persecución de sus discípulos, de la Iglesia (los
primeros dos siglos de mártires)…pero a la luz de la Resurrección de Jesús comprenderán que Él ya
ha vencido a la muerte, que Dios es un Dios de vivientes y no de muertos (Lc. 20, 38), que no
quiere Dios la destrucción.
2
Jesús previene a sus discípulos contra los engaños de los falsos profetas. No quiere asustarles sino
animarles : “no se alarmen” (Lc. 21, 9). Serán tiempos difíciles en que se les demandará dar
testimonio de Jesús: “Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo
mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni
contradecir” (Lc. 21, 14-15), y, en definitiva, “ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza” y
“gracias a la constancia salvarán sus vidas” (Lc. 21, 18-19).
¿Advertimos el mensaje de esperanza que da Jesús a sus discípulos poco tiempo antes del drama
de su Pasión y Muerte, preparándoles precisamente para que no sucumban en la prueba?
¿Advertimos el mensaje de esperanza que da Jesús a la Iglesia para los tiempos de Pasión y
Muerte que revive el Cuerpo de Cristo en la historia? ¿No nos anima la certeza de que el final
previsto será un final feliz?
Así, igualmente, será en el desenlace final de la historia de la humanidad, cuando vuelva el Hijo del
Hombre, final también anticipado proféticamente con la destrucción del Templo de Jerusalén
(destrucción a la que sigue una reconstrucción). Después de las señales que nos infundirán temor,
en que todo el universo será conmovido (Lc. 21, 20-26), “entonces verán venir al Hijo del hombre
en una nube con gran poder y gloria . Cuando empiecen a suceder estas cosas, dice Jesús, cobrad
ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación. » (Lc. 21, 27-28).
Ese “Día… para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia que trae la salud en
sus rayos.” (Malaquías 3, 19-20ª, primera lectura de este domingo).
Y así vemos que el mensaje de las lecturas bíblicas de este domingo nos mueve a la esperanza en
la Misericordia de Dios . Resulta esto significativo en relación a la cultura posmoderna, uno de
cuyos rasgos distintivos es estar llena de miedos y temor acerca del futuro .
Como nos enseñaba el Papa Benedicto XVI en el saludo con ocasión del rezo del Ángelus:
“En la página evangélica del hoy, San Lucas vuelve a proponer a nuestra reflexión la visión bíblica
de la historia y refiere las palabras de Jesús que invitan a los discípulos a no tener miedo, sino a
afrontar dificultades, incomprensiones y hasta persecuciones con confianza, perseverando en la fe
en Él. … Consciente de esta advertencia, desde el inicio la Iglesia vive en la espera orante del
retorno de su Señor , escrutando los signos de los tiempos y poniendo en guardia a los fieles de
recurrentes mesianismos , que de vez en vez anuncian como inminente el fin del mundo. En
realidad, la historia debe seguir su curso , que comporta también dramas humanos y calamidades
naturales. En ella se desarrolla el proyecto de salvación al que Cristo ha dado ya cumplimiento en
su encarnación, muerte y resurrección. Este misterio la Iglesia sigue anunciando y poniendo por
obra con la predicación, con la celebración de los sacramentos y el testimonio de la caridad. “
3
“Acojamos la invitación de Cristo de afrontar los sucesos diarios confiando en su amor providente .
No temamos por el futuro , incluso cuando nos pueda parecer de tintes sombríos, porque el Dios
de Jesucristo, que asumió la historia para abrirla a su cumplimiento trascendente , es su alfa y
omega, el principio y el fin (v. Ap 1,8). Él nos garantiza que en cada pequeño pero genuino acto de
amor está todo el sentido del universo, y que quien no duda en perder la propia vida por Él, la
reencontrará en plenitud (v. Mt 16,25).”
Así, mientras peregrinando hacia nuestra Pascua nos disponemos para el encuentro con el Señor,
con la liturgia eucarística (y la Eucaristía, Cuerpo sacramental de Cristo, es también Templo de la
presencia de Dios), gritamos “Ven, Ven, Señor, Jesús”.
Pbro. Hernán Quijano Guesalaga
Domingo 18 de noviembre de 2007
Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y Capilla Policial San Sebastián, Paraná (Argentina)
Actualizada para el 16 y 17 de noviembre de 2013
4