XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Padre Emilio Betancur Múnera
CON PACIENCIA TODO IRÁ MEJOR
Da la impresión que todo lo que tiene que ver con tercer milenio se identificara con
destrucción y catástrofe. Es la época de los ismos: materialismo, hedonismo,
consumismo, terrorismo. Hay tantos mesías y redentores cuantos ismos existen.
Todo cuanto el evangelio advierte lo hace en el contexto del amor. El cataclismo
más grave es cuando se le quita al hombre su dimensión trascendente y su
libertad. Jesús es tajante: no les hagáis caso. El evangelio no es un mensaje de
terror sino de esperanza, no es mensaje de muerte sino de vida. Cuando le
preguntaron a Eugenio Ionesco cual era la catástrofe más grande para el hombre,
dijo: todo es catástrofe sin Dios.
QUE NADIE LOS ENGAÑE.
¡A quien no deslumbraban Jerusalén la belleza estructural y estética del templo en
un espacio de mil quinientos metros cuadrados! El templo, con su estructura,
ofrecía a los judíos seguridad además de ser el lugar de la protecci￳n divina:” ¿Una
cueva de bandidos se os antoja que lleve mi nombre? (Jer 7,8-12).Jesús sin dejarse
llevar por apariencias ve la necesidad de transformación del culto de acuerdo a la
tradici￳n profética: “No quedará piedra sobre piedra de todo esto que están
admirando, todo será destruido.” (Evangelio).Hoy quedan a la vista de los
peregrinos algunas piedras llamadas muro de las lamentaciones.
La pregunta de la gente fue: “¿Cuándo sucederán estas cosas y cuál es el signo de
que están a punto de ocurrir?” Lo que importa no es tanto el tiempo cuanto los
cuidados que todo creyente debe tener. El más grave peligro tiene que ver con la
fe: Los falsos mesías que la publicidad ha sembrado en nuestro interior y nosotros
alimentamos con nuestros deseos y recursos con razón Jesús nos advierte como
discípulos: “Cuídense que nadie los enga￱e” y después habla de los
acontecimientos que pueden falsificar “el cuándo”.
NO SEAMOS CATRASTRÓFICOS.
Los tiempos difíciles son para educar la paciencia y verificar la fortaleza. La
paciencia o también llamada perseverancia es un talante de ser cristiano sin perder
la identidad y la paz.
Una buena fuente para ser paciente es la contemplación de la paciencia de Dios
tardo a la cólera y rico en piedad.
El verdadero acontecimiento no es lo que vemos externamente como catastrófico;
ocurre en nuestro interior, en el corazón que es donde enraízan el falso mesías que
ocupan toda nuestra vida y donde tenemos que luchar contra ellos. La lucha contra
los mesianismos es la lucha interior por nuestra libertad.
Si no queda piedra sobre piedra del templo, en el corazón de cada uno se edificará
la nueva morada de Dios. “No olvidéis que vosotros sois los templos de Dios y que
el Espíritu Santo habita en vosotros”, dice Pablo (1 Cor. 3,16)