Ciclo C: XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Sociedad de San Vicente de Paúl en España.
«¡Miserable de ti! ¿En qué estás pensando? ¿Quieres justificarte después de haber
oído cómo un cristiano, falsamente acusado en Túnez, ha estado tres días en los
tormentos y ha muerto finalmente sin proferir una palabra de queja, a pesar de ser
inocente del crimen del que le acusaban? No, no será así» (SVdeP III,211)
El Dios cristiano es el Dios de la esperanza, de la vida, de la justicia, el Dios del
amor y la misericordia, quien se acerca a su pueblo para rescatarlo de la muerte.
Esta Liturgia, nos invita a fortalecer nuestra fe y nuestra esperanza en Él,
elementos que hacen que vivamos con mayor madurez y compromiso nuestra
experiencia religiosa, sirviendo así incondicionalmente a nuestros hermanos y
hermanas. Dios se fija en nuestra capacidad de donación y de servicio a los demás
y no tanto en las construcciones y espectáculos que realizamos en nombre de Él.
Malaquías, a través de un lenguaje apocalíptico, alienta al pueblo justo que sirve
enteramente al Señor, indicándole que ya llegará el día en que se hará sentir la
justicia de Dios sobre los que no guardan su Ley; que ellos no son los que
realmente dirigen el caminar de la historia, sino que es el Dios amante de la vida
quien la guía, conduciéndola por el camino de la paz y de la vida. Todos los que
caminan por el camino del Se￱or serán iluminados por el “sol de justicia” que
irradia su luz en medio de la oscuridad, en medio del dolor y la muerte.
El Salmo 97, es un himno al Rey y Señor de toda la Creación, quien dirige con
justicia a todos los pueblos de la tierra, quien es amoroso y fiel con el pueblo de
Israel. Dios es un Dios justo, que merece ser alabado por todos, pues ha derrotado
la muerte y ha posibilitado la vida para todos; por ello toda la Creación lo alaba,
celebra la presencia de ese Dios misericordioso y justo en medio del pueblo
liberado. Es el Salmo de agradecimiento por los beneficios recibidos por tener su
esperanza puesta en el Dios de la vida.
Muchos de los creyentes de Tesal￳nica, específicamente las “clases superiores”,
pensaron que no debían preocuparse por las cosas de la vida cotidiana, como el
trabajo, y que más bien debían esperar, de brazos cruzados, la inminente venida
del Señor y dedicarse a la ociosidad. Pablo llama fuertemente la atención sobre esta
errada actitud, pues son personas que viven del trabajo ajeno, son explotadores de
los otros (esclavos) y que, gracias a ello, acumulan riquezas sin esforzarse en
absoluto. Es a ellos a quienes Pablo se dirige fuertemente: “el que no quiera
trabajar que no coma”, ya que esta actitud no es propia de la ense￱anza de los
Apóstoles.
Pudo ser que la presencia magnífica del Templo de Jerusalén, alentara la fe de los
judíos hasta el punto de ser más significativos la arquitectura y el poder de la
religión que el mismo Dios de Israel; pudo ser que fueran más importantes los
sacrificios, el ritual, la construcción majestuosa que las actitudes exigidas por el
mismo Dios para un verdadero culto a Él: La misericordia y la justicia social. Por
eso, Jesús afirma que el templo será destruido, pues éste no posibilita una relación
legítima con Dios y con los hermanos, sino que crea grandes divisiones sociales e
injusticias que contradicen el fin de una experiencia de Fe. Es importante ir
descubriendo en nuestra vida que la experiencia de fe debe estar atravesada por el
servicio incondicional a los demás, es así como vamos sintiendo el paso de Dios por
nuestra existencia y es así como vamos construyendo el verdadero templo de Dios,
el cual no se debe equiparar con edificaciones ostentosas, sino con la Iglesia-
Comunidad, Iglesia-Conferencia de creyentes que se inspira en la Palabra de Dios y
se mantiene firme en la esperanza de Jesús resucitado.
Mantengámonos firmes y no nos desesperemos de ser honrados, aunque
observemos que con honradez y rectitud en este mundo no se llega muy lejos que
digamos. Mantengámonos firmes y fieles a la Doctrina de Cristo y la Iglesia, ante
las ideas modernas que aprendemos en la televisión y la propaganda anti religiosa,
porque sólo de esta manera conseguiremos la vida eterna.
«Donde la prudencia humana falla y no ve ni gota, allí empieza a brillar la sabiduría
divina» (SVdeP III,250)
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)