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Día litúrgico: Domingo XXXIII (C) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 21,5-19): En aquel tiempo, como dijeran algunos,
acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, Él
dijo: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no
sea derruida». Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la
señal de que todas estas cosas están para ocurrir?». Él dijo: «Mirad, no os dejéis
engañar (...)».
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos del Papa
Francisco) (Città del Vaticano, Vaticano)
Esperanza: el “desencanto” tiene una dimensión escatológica
Hoy, los síntomas del desencanto son variados, pero quizás el más claro sea el de
los “encantamientos a medida”: el encantamiento de la técnica que promete
siempre cosas mejores, el encantamiento de una economía que ofrece posibilidades
casi ilimitadas en todos los aspectos de la vida que logran estar incluidos en el
sistema, el encantamiento de las propuestas religiosas menores, a medida de cada
necesidad.
El desencanto tiene una dimensión escatológica. Ataca indirectamente, poniendo
entre paréntesis toda actitud definitiva y, en su lugar, propone esos pequeños
encantamientos que hace de “islas” o de “tregua” frente a la falta de esperanza
ante la marcha del mundo en general.
—De ahí que la única actitud humana para romper encantamientos y desencantos
es situarnos ante las cosas últimas y preguntarnos: en esperanza, ¿vamos de bien
en mejor subiendo o de mal en peor bajando? Y surge entonces la duda: ¿podemos
responder? ¿Tenemos, como cristianos, la palabra y los gestos que marquen el
rumbo de la esperanza para nuestro mundo?
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