Ciclo C: XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario
Solemnidad. Jesucristo, Rey del Universo
Sociedad de San Vicente de Paúl en España.
«Si una persona estuviera, por así decirlo, con un pie ya en el cielo, y dejara el
ejercicio de la mortificación, estaría en peligro de perderse durante el tiempo que
tardase en poner allí el otro pie» (SVdeP III,296)
El libro segundo de Samuel, nos muestra cómo Dios busca un rey para dar la paz a
su pueblo. Los del sur a cuya tribu de Judá pertenecía David, ya lo habían
proclamado rey, y ahora vienen las tribus del norte, las de Israel, para decirle que
ellos también lo quieren como rey. David tenía fama de buen defensor y sobre él se
tejerá la leyenda sagrada de rey justo y capaz de alcanzar la unidad y dejar atrás la
división del pueblo israelita.
Pablo en la segunda lectura recoge y adapta un himno litúrgico de las comunidades
de esos tiempos, para mostrarnos que Cristo es la imagen de Dios, pero que es
criatura como nosotros también. Cristo ha traído la salvación y la liberación, no
solamente para un pueblo, sino para todos los pueblos y para todas las naciones,
porque él es la imagen de Dios.Lucas en su Evangelio, comienza mostrándonos
todo un debate y una polémica sobre la salvación y el salvarse, que uno de los
conceptos claves en de su legado evangélico. Los adversarios están obstinados en
que Jesús, el Mesías según este texto, no puede salvarse y por lo tanto no puede
salvar a otros, está en la cruz, y esto es ya un inconveniente excesivo para que el
letrero de “rey de los judíos” pierda todo su sentido y se convierta en un motivo de
burla.
En el diálogo con los malhechores, Lucas que es tan pintoresco para sus
descripciones, nos muestra a aquél que los invoca con su nombre, ¡Jesús!, y no
como Mesías o como Rey o Hijo de Dios. Es verdad que en la Biblia, en el nombre
hay toda una significación que es la señal de quien lo lleva, “Dios salva”. Es una
plegaria al crucificado, en donde Lucas entiende que en todo aquello está Dios por
medio. Es decir, Dios no está al margen de todo lo que allí está aconteciendo. La
interpelación del buen ladrón, como plegaria, es para Lucas toda una enseñanza de
que el crucificado es el verdadero salvador por medio de su vida y de su muerte.
Por lo tanto nosotros encontraremos salvación inmediata: “Hoy estarás conmigo en
el paraíso”.
Podríamos decir a Nuestro Rey y Señor, por favor no bajes de la Cruz, Cristo,
porque si bajas de la cruz, verás como los soldados te devuelven tu túnica y te
regalan un nuevo manto púrpura; si bajas, no tendrá sentido nuestro dolor
humano, sobre todo el dolor de los inocentes; y si bajas de esa cruz, no vas a
resucitar, y si no resucitas, somos los seres más desgraciados del mundo, porque
no tendremos asiento seguro y firme para nuestra fe, que de suyo es sumamente
frágil y el solo hecho de verte en la cruz y saberte resucitado la fortalece,
sabiéndote el Rey de la Vida, triunfador sobre la muerte.
«Sus humillaciones no eran más que amor, su trabajo era amor, sus sufrimientos
amor, sus oraciones amor, y todos sus ejercicios interiores y exteriores no eran
más que actos repetidos de amor. Su amor le dio un gran desprecio del espíritu del
mundo, desprecio de los bienes, desprecio de los placeres y desprecio de los
honores.» (SVdeP)
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)