I Domingo de Adviento, Ciclo A
NUESTRA VIDA ES UN PROYECTO…
Padre Pedrojosé Ynaraja
Sí, un proyecto, no un empleo.
Uno puede conseguir un buen cargo en una empresa de prestigio y segura y pensar
únicamente en conservarlo, que incrementen su sueldo los quinquenios y otras
normas, disfrutar de cuando en cuando de las vacaciones que correspondan y,
llegada la jubilación con lo ahorrado y la pensión, subsistir cómodamente, sin
preocupaciones. Se cumple más o menos bien con la tarea asignada, se aprovecha
con más o menos legalidad de lo que puede y a ir tirando. Así, generalmente, son
muchos empleados, independientemente de su rango. Muy diferente es la vocación
cristiana.
Pero la Fe no es algo semejante. Nuestra existencia en la tierra, encarcelados,
aunque no nos veamos así, en el espacio y en el tiempo, sufrimos traiciones,
caemos en el desencanto, en la decepción. Carecemos de vivencia rebosante de
felicidad, nos ilusionamos y nos deprimimos…
Daos cuenta, mis queridos jóvenes lectores, que en el primer párrafo me situaba en
un plano social, en el segundo, en el de la propia interioridad. Desde este, deseo
ahora dirigirme a vosotros.
Por lo que Dios nos ha revelado, sabemos que existió un proyecto exclusivamente
espiritual, el que llamamos la creación de los ángeles. Sabemos también por
experiencia y asesorados por la Revelación, que vivimos sumergidos en una
creación en la que los seres subsisten paralelamente por dos senderos imaginarios:
el puramente biológico (un montón y muy variados, microorganismos, vegetales y
animales, plantas buenas y malas, bellas y otras molestas, desde las zarzas a las
orquídeas, los edelweiss, las gencianas, los cipreses, las encinas, las palmeras, los
cereales, los granados, los naranjos y ¡cuántos etcéteras, Dios mío!… En el reino
animal ocurre algo semejante, no faltan contrastes con sus variedades atractivas,
las gacelas, y otras peligrosas, las víboras y las moscas tsé-tsé, los enormes
elefantes y los diminutos ruiseñores y colibrís, ¡qué inmensa cantidad y admirable
asombrosa apariencia). Todos ellos son exclusivamente biología, enriquecida de
más o menos atributos, abocados al final de la inexistencia.
Nosotros los humanos avanzamos puesta nuestra mirada en un horizonte eterno,
que estará libre de ataduras, enriquecido por sublime intuición y gozoso amor. En
nuestro proyecto, Dios se complació y resumió en nosotros, los encantos de
nuestros vecinos animales, plantas y enigmáticos virus. Hemos sido capaces y
dóciles para continuar, recrear y procrear. Soñar y obrar generosamente.
Incorporamos la belleza de la catedral de Chartres y la del minúsculo petirrojo, todo
ello esta resumido en la realidad histórica y somos responsables de salvarla para la
eternidad ¡Qué maravillosa es nuestra existencia, siempre en progreso!
O tal vez no, porque a la libertad humana se le permite introducir una y otra vez el
mal, no deseado por Dios. Contaminar la atmosfera, emborronar la convivencia y
frustrar nuestra vida con el pecado individual personal, humano, sin consecuencias
para la capa de ozono ni la contaminación química del medio ambiente. Es preciso,
pues, tomar precauciones, examinar riesgos, huir de peligros… Dominarnos, que
para eso nos ha dado el Señor la voluntad.
Las dos primeras lecturas nos advierten. El texto evangélico, sin olvidar la
recomendación de vivir preparados para vencer tentaciones, prescindir de aquello
que retarda nuestro crecimiento personal, aquello que nos lesiona, pese a que nos
parezca que satisfacer nuestro egoísmo aporta felicidad y ocurre totalmente lo
contrario…
En este proyecto, y de cuando en cuando, llegan situaciones en las que se inicia
una nueva etapa. Me sitúo en el terreno religioso, cristiano, litúrgico… Lo hago
porque este primer domingo de Adviento, empieza un nuevo curso y un nuevo ciclo.
Hay que revisar primero los daños que se ocasionaron en nuestro atuendo, las
lesiones que nosotros mismos nos causamos, la despreocupación imprudente en la
que con frecuencia hemos vivido… De inmediato, debemos preparar el equipo para
el nuevo periodo. Analizar las mejoras que pretendemos conseguir.
Estoy pensando en algo que puede servir de ejemplo o comparación. Es como lo
que para un estudiante es el paso de primaria a secundaria. El cambio del instituto
a la universidad… Son cambios que responsabilizan, que hay que prepararlos y
equiparse. Algo así como lo hizo Noé, construyendo el arca mientras sus vecino le
miraban indiferentes…
La gente instala sistemas de alarma en sus edificios, contrata seguros de accidentes
y para contar con ayuda técnica profesional, en caso de necesidad. Nos protegemos
de posibles ladrones y de involuntarios atropellos. Y obramos bien haciéndolo.
¿Y del viaje que es nuestra vida, que va camino de inmejorable estancia eterna?
¿Cómo nos preparamos? ¿Qué ambicionamos? ¿Qué precauciones tomamos?