EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
viernes 29 Noviembre 2013
Viernes de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario
Libro de Daniel 7,2-14.
Daniel tomó la palabra y dijo: Yo miraba en mis visiones nocturnas, y vi los cuatro
vientos del cielo que agitaban el gran mar.
Y cuatro animales enormes, diferentes entre sí, emergieron del mar.
El primero era como un león y tenía alas de águila. Yo estuve mirando hasta que
fueron arrancadas sus alas; él fue levantado de la tierra y puesto de pie sobre dos
patas como un hombre, y le fue dado un corazón de hombre.
Luego vi otro animal, el segundo, semejante a un oso; él estaba medio erguido y
tenía tres costillas en su boca, entre sus dientes. Y le hablaban así: "¡Levántate,
devora carne en abundancia!".
Después de esto, yo estaba mirando y vi otro animal como un leopardo; tenía
cuatro alas de pájaro sobre el dorso y también cuatro cabezas, y le fue dado el
dominio.
Después de esto, yo estaba mirando en las visiones nocturnas y vi un cuarto
animal, terrible, espantoso y extremadamente fuerte; tenía enormes dientes de
hierro, comía, trituraba y el resto lo pisoteaba con las patas. Era diferente de todos
los animales que lo habían precedido, y tenía diez cuernos.
Yo observaba los cuernos, y vi otro cuerno, pequeño, que se elevaba entre ellos.
Tres de los cuernos anteriores fueron arrancados delante de él, y sobre este cuerno
había unos ojos como de hombre y una boca que hablaba con insolencia.
Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó.
Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana
pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente.
Un río de fuego brotaba y corría delante de él. Miles de millares lo servían, y
centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron
abiertos unos libros
Yo miraba a causa de las insolencias que decía el cuerno: estuve mirando hasta que
el animal fue muerto, y su cuerpo destrozado y entregado al ardor del fuego.
También a los otros animales les fue retirado el dominio, pero se les permitió seguir
viviendo por un momento y un tiempo.
Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del
cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar
hasta él.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos,
naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no
será destruido.
Libro de Daniel 3,75.76.77.78.79.80.81.
Montes y colinas,
bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo eternamente.
Todo lo que germina en la tierra,
bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo eternamente.
Fuentes, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo eternamente.
Mares y ríos,
bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo eternamente.
Cetáceos y todo lo que se mueve en las aguas,
bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo eternamente.
Aves todas del cielo,
bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo eternamente.
Fieras y ganados,
bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo eternamente.
Evangelio según San Lucas 21,29-33.
Y Jesús les hizo esta comparación: "Miren lo que sucede con la higuera o con
cualquier otro árbol.
Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el
verano.
Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de
Dios está cerca.
Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Comentario del Evangelio por :
Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio
en Inglaterra
“El mundo invisible” PPS, t. 4, n° 13
“Mirad la higuera"
La tierra que contemplamos no nos satisface. No es más que un comienzo; no es
más que una promesa del más allá; incluso en su mayor alegría, cuando la tierra se
abre a todas las flores y muestra todos sus tesoros escondidos de la forma más
atractiva, incluso entonces, no nos es suficiente. Sabemos que la tierra encierra en
si muchas mas cosas de las que podemos ver. Un mundo de santos y de ángeles,
un mundo glorioso, palacio para Dios, la montaña del Señor de los Ejércitos, la
Jerusalén celestial, el trono de Dios y de su Cristo, todas las maravillas eternas,
preciosas, misteriosas e incomprensibles se esconden detrás de lo que vemos
nosotros. Lo que vemos no es más que la corteza de un reino eterno; y sobre ese
reino fijamos la mirada de nuestra fe.
Muéstrate, Señor, como en el tiempo de Navidad, cuando te visitaron los pastores;
que tu gloria se extienda como las flores y las ramas de los árboles. Todo el
esplendor del sol, todo el cielo, las nubes, todo el verdor de los campos, la dulzura
del canto de los pájaros no pueden contener el todo. No podremos nunca
apropiarnos del todo. Todas estas cosas proceden de un centro de amor y de
bondad que es Dios mismo; pero todas estas cosas no son su plenitud, hablan del
cielo, pero no son el cielo; no son más que algunos rayos perdidos de su gloria, una
débil réplica de su imagen; no son más que las migajas que caen de la mesa.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”