Ciclo A: I Domingo de Adviento
Sociedad de San Vicente de Paúl en España.
«¿No es razonable, señores, que se haga justicia para satisfacer a la de Dios, para
que, castigando misericordiosamente a los delincuentes en esta vida, no ejerza los
rigores de su justicia en la otra?» (SVdeP III,291)
En la primera lectura vemos a Isaías, no muy convencido que su gente haya
entendido adecuadamente la presencia de Dios en Sión. Para él, Jerusalén debe ser
la ciudad de la paz y de la justicia, ya que de esa manera, sí, acontece la presencia
viva de Dios, en Sión y en cualquier parte del mundo. Por eso nos habla de una
Jerusalén que debe ser sabia y que se atreva hacer de las “espadas, arados”, es
decir, la paz que no es la ausencia de la guerra, sino la oportunidad que todos
deben tener para vivir bien, empezando por el derecho de que todos tengan
trabajo.
Pablo, en su carta a los Romanos, nos hace un llamado a salir de la vida sin
sentido, que muchas veces vivimos. Nos dirá que las armas de la luz, son la justicia
y la paz, y que revestirse del Señor Jesús, colmar nuestra interioridad de la vida de
Jesús, es vivir en el proyecto del Evangelio.
En ese contexto, el Evangelio de Mateo, nos presenta un pasaje del último discurso,
de los cinco que estructuran su obra, y que tiene un lenguaje apocalíptico. De esa
manera hace una unión, con el penúltimo domingo del año litúrgico. Porque el
adviento, parte de la experiencia de una historia gastada, agotada y que apunta a
una esperanza nueva; la esperanza de un Salvador que traiga luz, justicia y paz a
los hombres. Nos llama a convertirnos, nos hace una llamada a recomenzar.
“Estad preparados” en el lenguaje apocalíptico puede sonar a algo no muy
agradable, pero desde las palabras de Jesús es un llamado a vivir en paz, en
justicia y en alegría.
Posiblemente estas palabras no las encontraremos en el discurso de Mateo, pero sí
las encontramos en el “espíritu” del Adviento. Tenemos que comenzar una nueva
etapa, un momento nuevo, una actitud distinta ya que recibiremos al Hijo del
Hombre, a Jesús de Nazaret, el Señor, Aquel que comenzó de parte de Dios, una
historia completamente nueva, y que nos enseña a vivir en dignidad, sin miedo a
que nos destruyan, sino con discernimiento, para arrancar de raíz lo que no tiene
sentido. Dios, el Dios de Jesús siempre tendrá un proyecto de salvación con la
humanidad.
Que el tiempo de adviento sea el momento propicio para realizar una revisión
profunda de nuestra vida cristiana. Mirar cómo vivimos nuestro compromiso
bautismal al interior de nuestra familia, de nuestra comunidad eclesial, de nuestra
Conferencia de Caridad en que participamos. Quizá sea el momento de un pare
profundo para unirnos al grito de Isaías y del Bautista para seguir invitando a la
conversión de corazón, para vivir con una auténtica alegría el tiempo de Navidad.
Pero también que sea el momento propicio para el perdón y la reconciliación de
todos y entre todos. Que este tiempo nos permita afirmar y confirmar el
compromiso por la paz y la justicia en el mundo entero, comenzando por nuestro
mundo próximo.
«Va usted a un país donde se dice que los habitantes suelen ser astutos y sagaces.
Si es así, el mejor medio para hacerles bien es obrar con ellos con mucha sencillez,
pues las máximas del evangelio son totalmente opuestas a los modales del mundo,
y como usted va a servir a nuestro Señor, debe usted portarse según su espíritu,
que es un espíritu de rectitud y de sencillez»
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)