ADVIENTO-NAVIDAD-EPIFANÍA
1. Año Litúrgico
El Año Litúrgico es la celebración – actualización del misterio de Cristo en el
Tiempo; es decir, la celebración y actualización de las etapas más importantes del
desarrollo del plan de salvación de Dios para el hombre. Es un camino de fe que
nos mete progresivamente en el misterio de la salvación; que los cristianos
recorremos para realizar en nosotros este plan divino de amor que apunta a que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad (1 Tm
2,4). Quien ha estudiado la historia de salvación, comprenderá la importancia del
Año Litúrgico en su caminar hacia el Padre.
El eje sobre el cual se mueve el Año Litúrgico es la Pascua. Por lo tanto la principal
finalidad consiste en acompañar gradualmente al hombre hacia una conformación
auténtica de Cristo, muerto y resucitado. Este itinerario de fe, que acompaña en
forma progresiva al cristiano hacia la vivencia auténtica de Cristo, tiene varias
etapas:
1) Una preparación en el Adviento , como tiempo de despertar en la fe en vista del
encuentro con el Señor.
2) Una aceptación de Jesús Salvador en la Navidad y mayor conocimiento de Él,
mediante el estudio y la meditación.
3) Epifanía, celebra la Manifestación del Señor a todo el mundo. Dios se les revela,
no sólo a los pastores, no sólo a los judíos, también a aquellos hombres de ciencia,
ricos y poderosos que se ponen en camino desde tierras lejanas, en busca de la
estrella que interpretan como una manifestación de la presencia de Dios; significa
que el Hijo de Dios debe ser reconocido por todos los hombres, de todos los
lugares, de todos los tiempos.
4) Una purificación personal durante la Cuaresma para llegar a la vivencia pascual
de Cristo Muerto y Resucitado.
5) El vértice de todo es la Pascua , con el gran triduo de la Vigilia Pascual, que
mete al hombre en el misterio principal de nuestra Redención: la Resurrección de
Jesús.
La celebración de la Pascua dura cincuenta días, precedida por cuarenta días de
preparación, -cuaresma- terminando con la efusión del Espíritu Santo en la fiesta
de Pentecostés .
6) En el año litúrgico, llamamos tiempo ordinario al tiempo que no coincide ni con
la Pascua y su Cuaresma, ni con la Navidad y su Adviento.
2. Adviento
Es la preparación moral del hombre de hoy a la venida del Señor. Es un Adviento
actual. Es tiempo propicio para la evangelización y la oración que dispone al
hombre, como persona, y a la comunidad humana, como sociedad, a aceptar la
salvación que viene del Señor. Jesús es el Señor que viene constantemente al
hombre. Es necesario que el hombre se percate de esta realidad, para estar con el
corazón abierto, listo para que entre el Señor. El Adviento, entendido así, es de
suma actualidad e importancia.
Navidad y Adviento no son fiestas independientes. El Adviento nació como tiempo
de preparación para celebrar la fiesta de la Navidad, igual que la Cuaresma
respecto a la Pascua.
3. Navidad
Esta fiesta tiene una doble proyección:
v Recordar el inicio de la redención con el Nacimiento del Salvador, el misterio
central de nuestra fe es la Resurrección de Cristo –la Pascua- como este suceso
abarca toda la vida de Jesús, celebrar la Navidad es solemnizar el proceso inicial de
nuestra salvación, de nuestra Pascua.
v Acoger ahora al Señor que quiere nacer en el corazón del hombre. La fiesta de
Navidad invita a reflexionar sobre el amor de Dios que viene a los hombres. El
Cristo que tomó parte en la historia de los hombres, hace dos mil años, vive y
continúa su misión salvadora dentro de la misma historia humana. Navidad es un
acontecimiento divino y humano, que será siempre actual, mientras haya un
hombre en la tierra.
4. Epifanía
La Iglesia celebra la Epifanía para recordar la Manifestación del Señor a todos los
hombres con el relato de los Magos de Oriente que nos narra el Evangelio (Mt 2, 1-
12). Aquellos hombres que buscaban ansiosamente simbolizan la sed que tienen los
pueblos que todavía no conocen a Jesús.
La llegada de los magos, que no pertenecen al pueblo elegido, nos revela la
vocación universal de la fe. Todos los pueblos son llamados a reconocer al Señor
para vivir conforme a su mensaje y alcanzar la salvación.
La descripción que hace el Evangelio de la llegada de los magos a Jerusalén y luego
a Belén, la reacción de Herodes y la actuación de los doctores de la ley, encierra
una carga impresionante de enseñanza.
5. EL ÁRBOL DE NAVIDAD
Los antiguos germanos creían que el mundo y todos los astros estaban sostenidos
pendiendo de las ramas de un árbol gigantesco llamado el divino Idrasil o el dios
Odín, al que le rendían culto cada año, en el solsticio de invierno, cuando suponían
que se renovaba la vida. La celebración de ese día consistía en adornar un árbol de
encino con antorchas que representaban a las estrellas, la luna y el sol. En torno a
este árbol bailaban y cantaban adorando a su dios.
Cuentan que San Bonifacio, evangelizador de Alemania, derribó el árbol que
representaba al dios Odín, y en el mismo lugar plantó un pino, símbolo del amor
perenne de Dios y lo adornó con manzanas y velas, dándole un simbolismo
cristiano: las manzanas representaban las tentaciones, el pecado original y los
pecados de los hombres; las velas representaban a Cristo, la luz del mundo y la
gracia que reciben los hombres que aceptan a Jesús como Salvador. Esta
costumbre se difundió por toda Europa en la Edad Media y con las conquistas y
migraciones llegó a América.
Las esferas actualmente simbolizan las oraciones que hacemos durante el periodo
de Adviento. Las esferas azules son oraciones de arrepentimiento, las plateadas de
agradecimiento, las doradas de alabanza y las rojas de petición. Se acostumbra
poner una estrella en la punta del pino que representa la fe que debe guiar
nuestras vidas.
6. EL ORIGEN DEL NACIMIENTO
Se atribuye a San Francisco de Asís, el haber instituido la costumbre en 1223,
cuando en el bosque de Greccio montó el Primer Nacimiento viviente del que se
tenga noticia, con hombres y animales vivos. San Francisco de Asís, tuvo la idea de
llevar a dicho bosque un comedero lleno de heno, un buey, un asno y un niño
pequeño que colocó en una cueva. A su lado puso a hombres representando a los
otros personajes importantes. Una vez montada la escena, invitó a los habitantes
de la aldea a que se congregaran en tal sitio y celebraran con cánticos la Navidad.
Desde entonces la costumbre se extendió por todos los pueblos cercanos, que con
el paso del tiempo se fueron sustituyendo, por falta de espacio, los animales y
personas, por figuras de barro o madera. Más tarde se difundió por todo el mundo
cristiano.
7. La Cena de Nochebuena
Se comenzó a usar en Europa como signo de la abundancia, que Cristo viene a
traer con su advenimiento. Si es posible conviene hacer la Cena después de la
participación de la Misa de la noche de Navidad para fomentar la reunión y reflexión
familiar en torno a Cristo, el verdadero PAN DE VIDA que el Padre nos regala. Quien
lo comprende, comparte su alimento generalmente con los demás y especialmente
con los más necesitados, y responde a la generosidad del Padre.
No olvidemos que lo primero es lo primero: antes de la Cena de Navidad hemos
de ir celebrar el nacimiento del Niño que se nos ha dado, el Pan vivo que ha bajado
del cielo, en la Misa de Navidad. Vayamos, todos vayamos y bendigamos al
Redentor: La virgen inmaculada y santa nos ha engendrado a Dios, revistiéndole
con débiles miembros y alimentándole con su leche materna; adoremos todos a
este hijo de María que ha venido a salvarnos.
8. LAS POSADAS
La costumbre de las pozadas se remonta a los primeros misioneros venidos de
España a México. Los misioneros para poder evangelizar, transformaron las fiestas
aztecas en fiestas cristianas.
Durante el mes de diciembre los antiguos Mexicas celebraban la fiesta del
levantamiento de las banderas en honor del dios Huitzilopochtli, que iba del 6 al 26
de diciembre.
Con la llegada del solsticio de invierno el pueblo se congregaba en los patios de
los templos, iluminados por enormes fogatas. Y durante el 24 por la noche y el día
siguiente, había fiesta en todas las casas, donde se obsequiaba a los invitados una
suculenta comida y unas estatuas pequeñas.
Los misioneros aprovecharon la coincidencia de fechas para introducir la
celebración del Nacimiento de Cristo, el Hijo de Dios, en lugar del dios
Huitzilopochtli. En lugar de ponerse las banderas de este dios, pusieron algunos
estandartes de la fe cristiana, que comenzaban a tomar conciencia entre ellos.
En lugar de celebrar los nueve días de fiestas paganas, introdujeron el novenario
de Jesé y María, utilizando para esto la representación del peregrinar de Jesé y
María, de Nazaret a Belén para cumplir con el deber de empadronarse, ordenado
por el emperador Romano Cesar Augusto.
Se escogieron los nueve días antes del nacimiento del Niño Jesús, comenzando la
representación o petición de pesada el día 16 de diciembre y finalizando el 24,
víspera de la solemnidad de la Navidad. Participemos todos, niños y adultos, hijos y
padres de familia en este novenario del nacimiento de Jesús, con San José y María,
¡Vamos a las Posadas!
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)