I DOMINGO DE ADVIENTO A
IS 2, 1-5; SAL 121; RM 13, 11-14; MT 24, 37-44
"Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque como en
los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta
el día en que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y
los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre. Entonces,
estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; dos mujeres moliendo en
el molino: una es tomada, la otra dejada. "Velad, pues, porque no sabéis qué día
vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de
la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su
casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no
penséis, vendrá el Hijo del hombre.
Con el presente domingo se inicia el tiempo de Adviento. Dios a través de nuestros
Papas: Benedicto XVI (emérito), y nuestro actual Papa Fracncisco, nos está
invitando a prepararnos de manera singular a las próximas celebraciones del
nacimiento de nuestro Salvador. En la Lumen fidei, Carta Encíclica; y Evengelii
Gaudium, Exhortación apostólica; nuestros Papas nos están invitando a vivir de
manera radical la fe y el anuncio del evangelio, que de manera singular el adviento
remarca con fuerza.
La primera lectura del profeta Isaías, nos habla del monte, y el monte en las
Sagradas Escrituras, está haciendo referencia al lugar donde Dios está presente,
como dice el Salmo: ᆱ…levanto mis ojos a los montes, de d￳nde me vendrá el
auxilio…ᄏ (Salmo 120). De esta manera el monte indica para el creyente la
esperanza, lugar de toda esperanza. Por ello cuando Cristo es elevado en la cruz
como dice san Juan: ᆱ…cuando sea elevado atraeré a todos hacia mí…ᄏ. En
nuestros días el hombre moderno vive aturdido, porque no encuentra un monte de
esperanza; Dios a nosotros en su gran misericordia nos ha revelado un gran amor
redentor en un monte, y así se profetizó cuando a Moisés en el monte Sinaí, Dios le
entregaba las tablas de la Alianza, o las diez palabras de vida.
En el evangelio de Mateo, haciendo una lectura literal del mismo, podemos caer en
una lectura errada, pues si Dios es misericordia, amor y perdón, cómo se puede
entender, como dice el evangelio: ᆱ…uno será tomado y otro será dejado…ᄏ. Si
Dios es un Dios que no hace acepción de personas, esta elección cómo se realizaría.
Inmediatamente debemos decir, que Dios ha creado libremente al hombre y como
dice el libro del Deuteronomio en el Capítulo 30, 15: ᆱ…ante ti pongo dos caminos,
el de la bendición y el de la maldición, el de la vida o el de la muerte…ᄏ;
lamentablemente nosotros los hombres somos frágiles para aceptar las
consecuencias de nuestros actos, pero Dios que mira el corazón del hombre, y lo
escruta, el justo juez dará a cada cual según su proceder. La parábola del fariseo y
del publicano nos puede ayudar a comprender este juicio divino, cuando el
publicano dice: ᆱ…Se￱or ten piedad porque soy un pecador…ᄏ. Según el evangelio
nos indica que el publicano, que se reconoce pecador, quedó justificado, mientras el
fariseo no.
San Agustín al referirse al evangelio del presente domingo, en el comentario del
Salmo 99 dice: ᆱ…así como hay buenos cristianos hay malos cristianos…ᆱ, de esta
manera cuando el evangelio habla que de dos, uno será tomado y otro dejado, está
haciendo referencia al proceder de cada hombre, y según su proceder Dios juzgará,
y como dice el evangelio de Mateo: ᆱ…venid benditos de mi padre al Reino
preparado para ustedes…ᆱ. O como en otro pasaje del mismo evangelio de Mateo
dice Jesús: ᆱ…no todo el que me diga Señor, Señor, entrará en el Reino de los
Cielos…ᄏ. Es así como también en otro pasaje evangélico dice que el árbol por sus
frutos se conocerá; por ello el presente evangelio nos llama a una conversión
radical, a un cambio de vida, como dice San Pablo a revestirnos de las armas de la
luz.
Nuestro Papa emérito Benedicto XVI al respecto de este evangelio dijo: ᆱ…Dios
ofrece otro tiempo, un nuevo espacio para volver a entrar en sí misma, para volver
a encaminarse, para reencontrar el sentido de la esperanza. He aquí entonces el
sorprendente descubrimiento: ¡la esperanza mía y nuestra, está precedida por la
espera que Dios cultiva con respecto a nosotros! Sí, Dios nos! ama y justamente
por esto espera que regresemos a Él, que abramos el corazón a su amor, que
pongamos nuestra mano en la suya y que recordemos que somos sus hijos. Esta
espera de Dios precede siempre a nuestra esperanza, exactamente como su amor
nos alcanza siempre en primer lugar (cfr 1 Jn 4,10). En este sentido la esperanza
cristiana viene llamada «teologal»: Dios es la fuente el apoyo y el fin. ¡Qué gran
consuelo en este misterio! Mi Creador ha puesto en mí espíritu, un reflejo de su
deseo de vida para todos…ᄏ (Benedicto XVI, Homilía en las vísperas del primer
domingo de Adviento, 1 diciembre de 2007).
Estemos vigilantes a la escucha de nuestro Señor como las vírgenes prudentes, así
como San Pablo al final de la Epístola a los Romanos, nos dice: ᆱ…revistámonos del
Se￱or Jesucristo…ᆱ. Revestirse de Cristo es abrirse a la gracia de Dios, a la
conversión, a la vida de santidad a la cual Dios nos llama, que significa ser odres
nuevos y vino nuevo, y así podamos prepararnos, para que nuestra vida se
transfigure viviendo en comunión con Dios en Cristo.
Pbro. Oscar Balcázar Balcázar