Cristo viene
Adviento. Es como abrir una cortina. Es divisar en lejanía. Es preparar la llegada de
Alguien. Un Alguien anunciado, deseado, esperado. Y dejar que el corazón tome la
iniciativa. Que la frescura lo inunde. Que la novedad lo arrope y haya hálitos de
esperanza que den vitalidad, ánimo, fuerza, coraje. Adviento y esperanza se funden en
una única y profunda realidad.
Isaías nos habla de un pasado en visiones que describen la llegada. Pablo se siente
contemporáneo del acontecimiento y nos abre los ojos para que nos demos cuenta del
“momento” que vivimos, el “Kairós”. Y Lucas nos habla de un Cristo que viene del
futuro o que va adelante, pero siempre en perspectiva de incitarnos a recrear la
esperanza.
Adviento: Cristo que viene. Que ha estado viniendo siempre en espera de nuestra
acogida. Cuando el corazón se cierra, Él se queda a la puerta. Toca, llama, insinúa en
mil detalles su presencia. Todo lo va inundando de su fragancia y penetra con su gracia
el alma sin apartarse jamás, pero constatando con esta presencia un tanto “ilegítima” , la
incapacidad nuestra para aceptarlo, incluso, para tolerarlo.
Pablo advierte que la “Salvación está más cerca”. Hay voceadores que lo proclaman. Se
dan acontecimientos que nos sorprenden como gracias derramadas. Gentes que con su
bondad, compromiso y lucha por la justicia nos están diciendo el hecho del Adviento,
la venida, la presencia. Hay cabida para el amor. Se va acunando como anónimo que
mueve el mundo, la historia, nuestra humanidad. Es Adviento.
Cochabamba 01.12.13
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com