Lenguaje simple
Para quien ama todo es limpio, transparente. Quien tiene un corazón sencillo sabe de la
belleza que es el lenguaje de la simplicidad. Quien tiene mirada de niño se deja
sorprender e hilvana las preguntas que develan el misterio. Es el lenguaje de los
pequeños, los signos con los que podemos leer la realidad que nos sobrecoge y abrir el
camino de su transformación.
Adviento nos abre a la novedad de los signos simples. Hay quien los acepte y quien los
rechace. A Acaz, acosado por los acontecimientos, se le da la oportunidad de pedir un
signo. Queda atrapado en su vaga religiosidad, en su fe incipiente. La inseguridad lo
tortura. Y se niega a aceptar el signo que le ofrecía Dios por medio de su profeta. Le
bastaba mirar más allá para descubrir el horizonte de la salvación.
José y María de acuerdo a la estatura de su alma, leen los signos con los cuales Dios les
habla y los introduce en los misterios de su Plan salvador. Para dar este paso, Ellos
renuncian a su propia lectura enmarcada en tradiciones y leyes, para aceptar, en
obediencia profunda, el Proyecto de Dios donde el signo de lo imposible se lee en clave
de lo posible y el futuro en signo de cercanía plena.
Dios, para comunicarse con nosotros, usa de una señal, un signo legible, comprensible,
tan cercano como es la carne, la humanidad, la propia lengua humana en toda su
complejidad, pero también en toda su comprensión: Su Hijo hecho carne y nacido de
María. Pablo lo expresa con una sola palabra: “Kenosis”, abajamiento, total identidad
con la pobreza del ser humano. Ya no hay cómo perderse: Dios habla nuestra lengua,
usa nuestros signos, lee nuestra realidad en perspectiva de novedad total.
Cochabamba 22.12.13
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com