Nazaret como referente
Un hogar del común del pueblo. Allí donde lo ordinario luce como extraordinario.
Donde la normalidad raya con lo inédito. El Hijo de María y de José, el carpintero. Sin
nada excepcional. La simplicidad de la vida servida sin horarios, sin pergaminos.
Palabras y hechos en armonía. Trascendencia que se deja tocar. Trabajo y sudor.
Convivencia hecha pan de cada día. Fraternidad y gozo.
Es el icono de la familia de Nazaret. Allí donde podemos beber en fuente originaria los
valores y fundamentos del hogar como escuela de relaciones humanas, de calidez,
acogida, escucha y bendición. Es el hogar en donde se acuna la vida. Una vida intensa,
compartida y celebrada. Con referentes de Tradición, respeto y acatamiento a los
dictámenes de cultura y participación en la vida del pueblo.
Pablo va desgranando la normativa de su “código familiar”. Todo lo centra en el amor
como el motor de la armonía. La Palabra hace eco en cada instante de la convivialidad.
Pero, ¡si la Palabra está ahí hecha Carne! Es la Palabra misma encubierta en una
humanidad que recoge todas nuestras carencias y debilidades, todas las expectativas,
sueños y frustraciones de un mundo sin hogar, sin un referente de amor.
A Nazaret se llega después del exilio. Cuando hay celos de autoridad, cuando hay
presentimientos de un futuro ensombrecido, cuando el dolor nos visita o el fracaso nos
inunda, se abre a nuestros ojos el horizonte de Nazaret como el referente de un oasis de
paz, de diálogo, de apertura sin límites, de superación y crecimiento. Cada hogar es
Nazaret con un antes de sufrimiento y un después de maduración en silencio.
Cochabamba 29.12.13
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com