EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
domingo 01 Diciembre 2013
Primero Domingo de Adviento A
Libro de Isaías 2,1-5.
Palabra que Isaías, hijo de Amós, recibió en una visión, acerca de Judá y de
Jerusalén:
Sucederá al fin de los tiempos, que la montaña de la Casa del Señor será afianzada
sobre la cumbre de las montañas y se elevará por encima de las colinas. Todas las
naciones afluirán hacia ella
y acudirán pueblos numerosos, que dirán; ¡Vengan, subamos a la montaña del
Señor, a la Casa del Dios de Jacob! El nos instruirá en sus caminos y caminaremos
por sus sendas". Porque de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén, la palabra del Señor.
El será juez entre las naciones y árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas
forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación
contra otra ni se adiestrarán más para la guerra.
¡Ven, casa de Jacob, y caminemos a la luz del Señor!
Salmo 122(121),1-2.4-5.6-7.8-9.
Me puse alegre cuando me dijeron:
«¡Vamos a la casa del Señor!»
Ahora nuestros pasos se detienen
delante de tus puertas, Jerusalén.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor, la asamblea de Israel,
para alabar el Nombre del Señor.
Pues allí están las cortes de justicia,
los ministerios de la casa de David.
Para Jerusalén pidan la paz:
«¡Que vivan tranquilos los que te aman!
¡Que la paz guarde tus muros
y haya seguridad en tus palacios!»
Por mis hermanos y por mis amigos
quiero decir: «¡La paz esté contigo!»
Por la casa del Señor nuestro Dios,
pido para ti la felicidad.
Carta de San Pablo a los Romanos 13,11-14a.
Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertarse, porque la
salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe.
La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las obras propias de
la noche y vistámonos con la armadura de la luz.
Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la
bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias.
Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo .
Evangelio según San Mateo 24,37-44.
En aquél tiempo Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé.
En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que
Noé entró en el arca;
y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo
sucederá cuando venga el Hijo del hombre.
De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado.
De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada.
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el
ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora
menos pensada.
Comentario del Evangelio por :
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermón 4 y 5 para Adviento
“Ha llegado la hora, nunca pensada en que vendrá el Hijo del hombre”
Justo es, hermanos, que celebréis con toda devoción el Adviento del Señor,
deleitados por tanta consolación, asombrados por tanta dignación, inflamados con
tanta dilección. Pero no penséis únicamente en la primera venida, cuando el Señor
viene a buscar y a salvar lo que estaba perdido (Lc 19,10), sino también en la
segunda, cuando volverá y nos llevará consigo. ¡Ojalá hagáis objeto de vuestras
continuas meditaciones estas dos venidas, rumiando en vuestros corazones cuánto
nos dio en la primera y cuánto nos ha prometido en la segunda!
Sabemos de una triple venida del Señor. Además de la primera y de la última, hay
una venida intermedia. Aquéllas son visibles, pero ésta no. En la primera, el Señor
se manifestó en la tierra y convivió con los hombres (Ba 3,38)…; En la última,
“todos verán la salvación de Dios y mirarán al que traspasaron” (Lc 3,6; Is 40,5)…
La intermedia, en cambio, es oculta, y en ella sólo los elegidos ven al Señor en lo
más íntimo de sí mismos, y así sus almas se salvan.
De manera que, en la primera venida, el Señor vino en carne y debilidad; en esta
segunda, en espíritu y poder; y en la última, en gloria y majestad.
Esta venida intermedia es como una senda por la que se pasa de la primera a la
última: en la primera, Cristo fue nuestra redención; en la última, aparecerá como
nuestra vida; en ésta, es nuestro descanso y nuestro consuelo.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”