Ciclo A: II Domingo de Adviento
Rosalino Dizon Reyes.
Vestíos del Señor Jesucristo (Rom 13, 14)
Está cerca el reino de Dios. Y como nadie podrá resistir el día de la venida del
Señor, tenemos que convertirnos.
Afirmamos la presencia real «en misterio» (LG 3). Y la palabra «misterio», si bien
significa principalmente que Dios supera nuestra comprensión, se puede entender
en este sentido: no somos pocos los que velamos más bien que revelamos el reino
(cf GS 19). ¿Damos realmente testimonio del reino de la verdad, la vida, la
santidad, la gracia, la justicia, el amor y la paz?
Rica fuente de puntos para el examen de conciencia, Evangelii Gaudium nos invita,
si no a la conversión y a una perenne reforma (26), entonces a un testimonio y un
anuncio del Evangelio cada vez mejores. Admite el Papa que dejamos mucho que
desear.
Un deseo queda expresado así: ᆱY ojalá el mundo actual … pueda así recibir la
Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o
ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de
quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo» (10). Se desea
también que el predicador procure que su palabra no se vuelva más importante que
la celebración de la fe (138). Otro deseo se plantea en modo indicativo: «Los
cristianos tienen el deber de anunciarlo [el Evangelio] sin excluir a nadie, no como
quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría …. La
Iglesia no crece por proselitismo sino “por atracción”ᄏ (14).
¿Atraemos a la gente al Evangelio? ¿Reconocemos al más poderoso que nosotros,
o somos el centro de atención? ¿No socavamos nuestro testimonio por no
acogernos mutuamente ni defender a los más vulnerables, prefiriendo la ley de la
selva, que significa búsqueda violenta de intereses propios, al Espíritu de ciencia,
discernimiento, consejo, piedad, temor del Señor y paz? Como la humildad de
María Inmaculada, ¿proclama la nuestra la grandeza del Señor, cuyo amor salvífico
«obra misteriosamente en cada persona, más allá de sus defectos y caídas»? (44)
¿Es muy contagiosa nuestra fe, o apenas gotea a otros?
El Evangelio en persona es Jesús (209). Él es todo el Evangelio de arrepentimiento
y perdón que necesitamos saber y anunciar. Captándolo, aconseja san Vicente de
Paúl: ᆱAcuérdese … de que vivimos en Jesucristo por la muerte de Jesucristo, y
que hemos de morir en Jesucristo por la vida de Jesucristo, y que nuestra vida tiene
que estar oculta en Jesucristo y llena de Jesucristo, y que, para morir como
Jesucristo, hay que vivir como Jesucristo» (I, 320).
Jesús, sí, es el «horizonte bello» que señalan los evangelizadores y el «banquete
deseable» que ofrecen en la misa.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)