Comentario al evangelio del Jueves 05 de Diciembre del 2013
Querido amigo/a:
En medio de los quehaceres cotidianos, van pasando los días del Adviento. Y aunque sea por un breve
espacio de tiempo, en tu encuentro diario con la Palabra de Dios, el Señor quiere recordarte la clave
que en este tiempo debemos actualizar en nuestras vidas: la esperanza. No hay nada que no pueda ser
levantado de nuevo, nada que no pueda ser restaurado desde sus cenizas. Recuerda que para Dios nada
hay imposible. Nada de lo que haya pasado en tu historia personal, por muy dramático que haya sido,
tiene el dominio sobre tu corazón; nada, si tú no quieres, puede endurecerte o entristecerte hasta el
extremo.
Mira de nuevo al primer protagonista del Adviento que nos acompaña durante su inicio: el profeta
Isaías. En el cántico triunfal de hoy, Dios invierte la situación derribando a la ciudad encumbrada y
haciendo de los humildes una ciudad fuerte: doblegó a los habitantes de la altura y a la ciudad
elevada; la humilló, la humilló hasta el suelo, la arrojó al polvo, y la pisan los pies, los pies del
humilde, las pisadas de los pobres. El Señor siempre favorece a los que confían en Él, de ahí les viene
su firmeza y su fuerza.
Y por si no lo vemos del todo claro, Jesús nos lo explica con la comparación de la roca y la arena. No
importa lo que te suceda si verdaderamente pones tu confianza en el Señor. Digo verdaderamente,
porque cuando Jesús utilizó estas palabras eran muy frecuentes en su tiempo los falsos creyentes, los
falsos profetas, los falsos doctores. Por eso dice Jesús en el evangelio de Mateo, … No todo el que me
dice "Señor, Señor … Al Señor no le interesa la ortodoxia, sino la ortopraxis, es decir, el que
verdaderamente cumple o intenta cumplir: la voluntad de mi Padre. Si confiamos de esta manera, si
nos tomamos en serio nuestra fe, ya pueden soplar los vientos más huracanados o temblar la tierra en
su máxima escala Richter, que nuestra casa, nuestra integridad, permanecerá en pie porque está bien
cimentada. Por esta razón tenemos motivos para la esperanza. Quizá puedo aprovechar este tiempo de
Adviento para rellenar las grietas de mis cimientos con el hormigón de la oración, los sacramentos y
las buenas obras, porque antes prefiero ser prudente que necio.
Vuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.
Juan Lozano, cmf