II Semana de Adviento
Lunes
Lecturas bíblicas
a.- Is. 35, 1-10: ÉL vendrá y os salvará.
El profeta nos presenta la derrota del mal y el triunfo del bien, en situaciones bien
concretas como la destrucción de Edom (cfr. Is.34) y el triunfo de Sión. Este pasaje
del profeta recoge la vivencia de los que fueron deportados por Nabucodonosor a
Babilonia, un buen lote regresó a Palestina, gracias a Ciro, que les permitió volver.
Lo vivido, lo redactaron, y su esperanza en la vida que emprenderán en Jerusalén y
el gozo de su libertad conforman estos textos llenos de esperanza (vv.1-10; cfr.
Is.40-55). El texto no describe una ruta a seguir sino que es la transformación del
pueblo y lo que lo circunda. La primera bendición es para la tierra que pasa de ser
yermo y estepa, símbolo del pueblo que se alejó de Dios, ahora que son libres,
reverdecerán como el Líbano, el Carmelo y del Sarón, es decir, serán capaces de
producir frutos de justicia y de bondad (cfr. Is.43,20-21; 41,1-5.25; 45,1-7).
Capaces de fortalecer a los débiles, fruto de la libertad y a las naciones la
posibilidad de contemplar la gloria de Dios (cfr.Is.40,5. 30-31; 66,18). La gloria de
Dios consiste en que pueblo goza y el gozo del pueblo consiste en demostrar a las
naciones cómo Yahvé está comprometido en librarle de la esclavitud. La segunda
bendición la recibirán los habitantes: descubrirán la gloria de Dios en las obras
salvíficas que lo acreditan: sana al hombre de su dolor, despega los ojos al ciego,
abre el oído al sordo, robustece las rodillas vacilantes, de los que caminan, como
peregrinos en su retorno a Sión. Hasta la naturaleza participa de esta
transformación porque surgirán manantiales en el desierto, juncos y cañas, en
lugar de guarida de chacales (vv.6-7). La mención del agua, es símbolo del espíritu
y de la bendición que derrama sobre su pueblo (cfr. Is.44,3-4). El camino que
recorrerán es santo, porque les llevará a la ciudad santa de Jerusalén, es el resto
de Israel que vuelve para formar el nuevo pueblo que morará en la nueva Jerusalén
(v.8). La vía sacra, más que una ruta a seguir, es la posibilidad de rehacer al
pueblo que le ofrece Yahvé a Sión de ser conforme a su imagen y semejanza. El
exilio y su libertad, permitió a Israel reconocer a Yahvé como a su único Dios, al
buscarlo en libertad, lo encontró como Salvador, esa es la fuente de un pueblo
exultante, nación redimida, transformada (cfr.Is.40, 2. 9-11; 43,11; 51,11;
Sal.126). A la pregunta del Bautista si era el Mesías que había de venir, Jesús le
responde, con este pasaje de Isaías, porque los signos que realiza manifiestan que
el reino de los cielos ha llegado con Él y sus prodigios (vv.5-6; cfr. Mt. 11,1-6).
b.- Lc. 5, 17-26: Hoy hemos visto cosas increíbles.
El evangelio nos narra la curación de un paralítico que también es perdonado de sus
pecados. Su fama de enseñar y curar, se había extendido por toda Palestina, los
fariseos conocían estos hechos ya antes de llegar a Galilea, Judea y Jerusalén, sobe
todo el poder de Dios que lo acompañaba (v.17). Por otra parte, vemos la confianza
que tenía la gente en Jesús, los amigos del paralítico, lo descuelgan del techo, y lo
colocan delante de Jesús y la declaración que hace viendo su fe: Hombre tus
pecados te son perdonados (v. 24). Sus palabras causan lo que proclaman, puesto
que en Jesús obra la fuerza de Dios Padre. Jesús le perdona porque ve su fe (v.20).
Según la mentalidad de la época la curación del cuerpo dependía del perdón de los
pecados; Jesús sana todas las dolencias del hombre, del cuerpo y del espíritu. Sólo
Dios puede perdonar pecados, y llegado el reino de Dios, el Hijo puede perdonar a
los pecadores sus faltas. Quien se apropia los derechos de Dios, blasfema,
pensaban los fariseos. Contra todas las estructuras teológicas y mentales: Jesús se
pone en lugar de Dios y proclama el perdón para todos los hombres. Los fariseos
protestan pero no podían pensar: ¿que Dios podía confiar todo su poder a Aquel, a
quien confiará todo su poder? (cfr.Mt.28,18 ss; Jn.3,35). Jesucristo, es el Salvador
del pecador que ofrece su amistad, su amor que integralmente restituye al hombre
en su cuerpo y alma. Perdona por la fe que acepta del necesitado de salvación, en
este caso de los amigos del paralítico, ya que este permanece en silencio. La
curación del enfermo se convierte en signo para que los hombres contemplen el
poder de perdonar los pecados que tiene el Hijo del Hombre. Si puede sanar la
enfermedad, lo más difícil, también puede perdonar los pecados porque es el Hijo
del hombre, tiene participación en el poder de Dios (cfr. Dan.7,13; Lc.10,22). Jesús
obra como los profetas porque conoce los corazones, pero es más que profeta
porque perdona los pecados, ha recibido todo poder como Hijo del hombre. Todo
cuanto hace Jesús es para glorificar a Dios, el paralítico se va a casa glorificando a
Dios (cfr. Jn.17,4). Los testigos quedan admirados, donde convergen el temor de
Dios, la emoción y la alegría, glorifican a Dios. Dios se glorifica en ellos: Hoy hemos
visto cosas increíbles. En este tiempo de Adviento no basta con ofrecer el perdón a
los demás, si dentro no hay tal signo de la presencia salvadora del Señor de la
Vida.
S. Juan de la Cruz nos invita precisamente a que Dios se regocije con nosotros y en
nosotros, porque su voluntad cumplida en la propia existencia, es luz de su luz, la
ciencia de amor adquirida es sabiduría de su sabiduría, y la presencia en el espíritu
que enamora y transfigura. “En ti sólo me he agradado,/ ¡oh vida de mi vida! / Eres
lumbre de mi lumbre, / eres mi sabiduría, / figura de mi sustancia / en quien bien
me complacía” Romance acerca de la Trinidad (vv. 65-70).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD