III Domingo de Adviento, Ciclo A
Pautas para la homilía
¿Eres Tú el que tiene que venir?
Un relectura del Evangelio: ¿Eres Tú el que tiene que venir o tenemos que
esperar a otro?
En el Evangelio de este III Domingo, encontramos al personaje clásico del
Adviento: Juan el Bautista. Como su propio nombre indica, Juan, el Batista, ya no
se encuentra bautizando en el Jordán, sino que, en este domingo, está encarcelado
antes de que Salomé pida su cabeza a Herodes. A pesar de estar encarcelado,
Herodes lo trataba con mucho respeto porque Juan era una persona con autoridad.
Por esta razón, Juan el Bautista podía recibir visitas, en concreto de sus seguidores,
los cuales le informaban de lo que estaba pasando fuera de la cárcel.
Juan, desconcertado por lo que le contaban sus seguidores sobre a quién había
bautizado, los envía hacia Jesús con una objetivo claro: preguntarle si era o no era
el Mesías. Esta pregunta de Juan el Bautista a Jesús encierra una duda; o dicho en
otras palabras, hay algo en Jesús que a Juan el Bautista no le cuadra y que le
provoca dudas.
Ahora bien, ¿qué es eso que hace o dice Jesús que no le convence a Juan el
Bautista? ¿Cuáles son esas razones que tiene Juan el Bautista para dudar? El
problema se encuentra en que Jesús está teniendo actitudes y posicionamientos
que Juan nunca se habría esperado. La predicación y la creencia de Juan el Bautista
era clara y se puede resumir en una frase: ¡Convertíos porque el Mesías está por
llegar! Era una predicación dura, ascética, amenazante, que sacaba la luz las
oscuridades de la sociedad y que pedía la conversión de los pecadores. El problema
se genera en el contrate entre el contenido de la predicación de Juan el Bautista y
el contenido de la predicación y acciones de Jesús. Este contraste es el que provoca
el problema de fe, de dudas, de Juan el Bautista: ¿Eres el Mesías o no?.
Juan ha escuchado que Jesús no sólo no condena a los pecadores, sino que come
con ellos y que, además, no tiene problema para reconocerse como amigo de los
pecadores. Estas actitudes de Jesús no se corresponden con las actitudes que Juan
el Bautista tenía en mente. Jesús no se corresponde con la imagen del Mesías de
Juan. Por esta razón, Juan el Bautista envía a sus discípulos a preguntarle: ¿Eres tú
o no, el Mesías? Esta es nuestra experiencia: la fe en Jesús tiene momentos de
duda porque se meten en duda las certezas de nuestra vida. La actitud del Bautista
no es de rechazo porque tambalean sus certezas, sino que quiere entender.
La respuesta de Jesús es la clave: ¡Vayan a contarle lo que ven! Y Jesús aclara a los
discípulos de Juan el Bautista que es lo que tienen que contarle. Les da un elenco
de 6 acciones que hace el Mesías según los libros proféticos. Si nos fijamos con
atención, no viene puesta ninguna condena.
Lo importante es que los gestos de Jesús son interpretados como el cambio, el
nacimiento de una mundo nuevo, de una nueva humanidad: los ciegos que antes
caminaban en la oscuridad, ahora caminan en la luz hacia la meta divina. Los
sordos que no son capaces de escuchar la Palabra de Dios, ahora escuchan la
Palabra de Dios y se dejan guiar. Los leprosos que vivían separados, ahora caminan
junto con nosotros. Los muertos que resucitan, es decir, todos aquellos que se
abren al amor y al perdón, a la Nueva Noticia: ¡También para ti hay salvación! En
resumidas cuentas, allí donde llega el Señor, la vida florece. Cuando tenemos dudas
de fe, la respuesta es clara: miremos los hechos, nuestra vida. Cada uno de
nosotros deberíamos releer y verificar lo que ha sucedido en nuestra vida, cuando
nos hemos encontrado con el Señor. De esta manera, verificamos la Verdad de la
Palabra de Dios. Hemos de releer nuestra vida a la luz del Evangelio.
Jesús termina diciendo: ¡Bienaventurado aquel que no se escandalice de mi! En
otras palabras: ¡No te asustes de que el Mesías que has predicado no es cómo
creías! Este es el escándalo: el Mesías de Juan no cuadra con Jesús: la bondad y la
misericordia de Dios que se hace ver en Jesús es muy diferente de la idea del
Mesías. No es un Dios que castiga a los malos y premia a los buenos, sino que
acepta a todos.
Por tanto, quizás nuestra fe puede tropezar con nuestra comprensión personal del
Evangelio. Está aquí la razón de la bienaventuranza: Felices aquellos que no se
escandalicen de este nuevo rostro de Dios. El Baustista es el predicador del
Adviento y, en este domingo, nos presenta su incomprensión de Jesús. Una
incomprensión que nace de la resistencias que ponemos a cambiar nuestras
certezas sobre la fe.
En este contexto se pueden dar un par de pautas homiléticas extraídas de la
primera y segunda lectura:
- El Mesías: la paradoja de Dios establece la unión de los contrarios: la
reconciliación (1ª lectura)
- La espera del Mesías: queja y paciencia. La queja causa de condena. La paciencia
causa esperanza. (2ª lectura)
Fray José Rafael Reyes González
Convento de San Clemente - Roma
Con permiso de: dominicos.org