TERCER DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO A.
Mt. 1, 18-24
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos,
resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla
en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en
sueños un ángel del Señor que le dijo:
-«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer,
porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un
hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los
pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el
Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre
Ernmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y
se llevó a casa a su mujer.
CUENTO: EL MEJOR REGALO PARA JESÚS
Alguien me acercó un cuento de Navidad que leyó en alguna parte. Lo
contaré a continuación porque realiza un hermoso viaje al corazón de Jesús
Niño. Se dice que, cuando los pastores se alejaron y la quietud volvió, el
niño del pesebre levantó la cabeza y miró la puerta entreabierta. Un
muchacho joven, tímido, estaba allí, temblando y temeroso. -Acércate -le
dijo Jesús- ¿Por qué tienes miedo? -No me atrevo… no tengo nada para
darte. -Me gustaría que me des un regalo -dijo el recién nacido. El
pequeño intruso enrojeció de vergüenza y balbuceó: -De verdad no tengo
nada… nada es mío; si tuviera algo, algo mío, te lo daría… mira. Y
buscando en los bolsillos de su pantalón andrajoso, sacó una hoja
herrumbrada que había encontrado. -Es todo lo que tengo, si la quieres, te
la doy… -No -contestó Jesús- guárdala. Querría que me dieras otra cosa.
Me gustaría que me hicieras tres regalos. -Con gusto -dijo el muchacho-
pero ¿qué? -Ofréceme el último de tus dibujos. El chico, cohibido,
enrojeció. Se acercó al pesebre y, para impedir que María y José lo oyeran,
murmuró algo al oído del Niño Jesús: -No puedo… mi dibujo es muy feo
¡nadie quiere mirarlo…! -Justamente, por eso yo lo quiero… siempre tienes
que ofrecerme lo que los demás rechazan y lo que no les gusta de ti.
Además quisiera que me dieras tu plato. -Pero… ¡lo rompí esta mañana! -
tartamudeó el chico. -Por eso lo quiero… Debes ofrecerme siempre lo que
está roto en tu vida, yo quiero arreglarlo… Y ahora - insistió Jesús-
repíteme la respuesta que le diste a tus padres cuando te preguntaron
cómo habías roto el plato. El rostro del muchacho se ensombreció; bajó la
cabeza avergonzado y, tristemente, murmuró: -Les mentí… Dije que el
plato se me cayó de las manos, pero no era verdad… ¡Estaba enfadado y lo
tiré con rabia! -Eso es lo que quería oírte decir -dijo Jesús- Dame siempre
lo que hay de malo en tu vida, tus mentiras, tus calumnias, tus cobardías y
tus crueldades. Yo voy a descargarte de ellas… No tienes necesidad de
guardarlas… Quiero que seas feliz y siempre voy a perdonarte tus faltas. A
partir de hoy me gustaría que vinieras todos los días a mi casa y así será
siempre Navidad en tu vida, porque Navidad no es otra cosa que dejar que
mi amor y mi perdón renueven tu corazón..
ENSEÑANZA PARA LA VIDA
¡Se acerca la Navidad! Y con la Navidad y el bullicio y el ajetreo van en
aumento. En vez de prepararnos para acercarnos al pesebre de Belén, la
mayoría de la gente corre y corre para entrar en los nuevos templos del
consumo, como si se fuera a terminar todo, como si no hubiera algo más
importante qué hacer que salir de compras, no importa que sea al precio de
caer al borde del estrés o el ataque de nervios. ¿Qué hemos hecho de la
Navidad? Cada vez más este acontecimiento único y revolucionario lo
hemos despojado de significado espiritual y solidario, para convertirlo en la
fiesta del regalo y de las comilonas. En contraste, en la liturgia de esta
semana del cuarto domingo de Adviento se nos presenta las figuras de
María de José como modelos ideales de preparación de la Navidad que llega.
Actitud total de fe, de disponibilidad y de generosidad. Ellos, con su
generosidad y entrega, hicieron posible el más maravilloso milagro que ha
ocurrido sobre la tierra: Que Dios sea Emmanuel, el Dios-con-nosotros.
María y José nos muestran el camino para ir a Jesús, para encontrarlo esta
Navidad allí donde estará y donde ha estado siempre desde que vino a este
mundo por primera vez: los pobres, los desahuciados, los marginados, los
sin techo, los inmigrantes, los que están solos, los mendigos, los
vagabundos, los enfermos, los tristes, los abandonados. Cenar en familia es
algo bueno y necesario, comprar regalos puede ser un signo de
agradecimiento y muestra de cariño y aprecio, salir de fiesta puede ser una
manera positiva de vivir la dimensión lúdica de la existencia, que bastante
monótona es a veces. Pero también podría ser dedicar algún día a visitar
enfermos, a atender ancianos, a visitar niños, a repartir comida a los
pobres, a acoger a algún vagabundo, a sentar a la mesa a algún mendigo, a
reconciliarse con algún alejado o enemistado, a valorar el amor de la familia
y de los amigos, a hacernos regalo para los otros, regalando nuestro
tiempo, nuestra escucha, nuestra cercanía, participar más activamente en
la liturgia de la Iglesia e intensificar la vida interior y de oración. Porque lo
podemos hacer todo, solidaridad y diversión, familia y pobres, regalos y
compartir. Y se hará realidad la hermosa experiencia del cuento de hoy:
encontrarnos con el misterio del amor y del perdón que nacen en el pesebre
de Belén. A cambio, lo único que nos pide Jesús es que le entreguemos todo
de nuestra vida, como lo hicieron José y María, incluso lo que no nos gusta,
para que Él en esta Navidad y siempre nos renueve y nos transforme. QUE
TENGÁIS UN FINAL FELIZ DEL ADVIENTO LLENO DE LA GOZOSA
EXPECTATIVA DE LA LLEGADA DEL SEÑOR Y QUE HAGÁIS FELICES A
MUCHAS PERSONAS CON VUESTRA SOLIDARIDAD. Y YA DESDE AHORA A
TODOS ¡FELIZ NAVIDAD! QUE JESÚS NAZCA ESTA NOCHEBUENA EN
VUESTROS CORAZONES Y SEPÁIS ACOGERLO CON AMOR.