Comentario al evangelio del Viernes 20 de Diciembre del 2013
Todo es posible…. para el que cree
El mecanismo más diabólico es aquel que nos arrebata la capacidad de creer, de confiar, de fiarnos. En
cambio el mecanismo más divino es aquel que nos convierte en personas confiadas, abiertas a la
novedad, entusiasta con la utopía. Es lo que nos manifiesta el Evangelio de hoy.
La figura central es María, la joven mujer de Nazaret. Lucas nos la presenta sin títulos, sin currículo,
incluso sin méritos. El evangelista, tan atento en adjuntar a la presentación de cada personaje un breve
currículo, sin embargo, al presentar a María, no dice nada. Eso sí: que se llamaba María, que era la
novia de José. ¡Sólo José era hijo de David! Su pariente era Isabel, pero de Isabel sóla se dice que era
descendiente de Aarón.
Sin embargo, esta mujer goza de la gracia de Dios. Dios pone en ella sus ojos y se deja embelesar por
ella. No se sabe si María está llena de gracia por su inmediato futuro o por todo su pasado. Quizá para
Dios todo forme una unidad. Pasado, presente y futuro están incluidos en la expresión: “Has hallado
gracia a los ojos de Dios… El Señor está contigo”.
María se estremece ante el mensajero divino. Ese estremecimiento indica que María no vivía en medio
de visiones y de claridades. Recorría el mismo camino de fe que nosotros recorremos. Tampoco para
ella Dios era evidente. Se estremeció y se preguntaba por el significado de todo aquello.
El mensajero le dice que “no tema”. Pero lo que el mensaje le transmite es temible: que va a quedar
embarazada, que va a dar a luz un hijo… sin padre, que va a ser hijo de Dios. En este breve instante
puede cambiar toda su vida, todos sus proyectos. Sí. Hay momentos decisivos en la vida en los que
todo puede cambiar. Y todo depende de un hilo: la propia decisión.
María es invitada a decidirse, a optar. Dios le promete su ayuda. Pero como todas las promesas de
Dios, deben ser acogidas en la fe más absoluta.
JGP