Solemnidad de la Natividad del Señor (25 de Diciembre)
MISA DE LA AURORA
Lecturas bíblicas
a.- Is. 62, 11-12: Mira a tu Salvador que llega.
Este pasaje, recuerda temas ya tratados, pero que el autor presenta con nuevas
luces. Las relaciones entre Yahvé y Jerusalén, las de Esposo y esposa, a las cuales
Dios, quiere darle nuevos brillos. La aurora, espacio predilecto de la manifestación
de Dios, que viene en contraposición a las tinieblas, signo del olvido de Dios.
Imponer el nombre, es toma de posesión, darle un nuevo sentido a la vida de una
persona o cosa, pronunciar su nombre, equivale a llegar a la esencia de la persona.
Es Yahvé, que pronuncia el nombre sobre Jerusalén: ciudad buscada, no
abandonada (v.12; cfr.Gn.2,19;Ex.3,13; Jn.1,42). Estas relaciones de amor entre
Dios e Israel, adquieren este tono precisamente vibra lo humano y lo divino, que
hace desaparecer el dolor y abandono de la viudez, porque Yahvé, es quien
restaura la vida de su esposa (cfr. Ez.16). Es un pueblo en marcha, que avanza e
ingresa en Jerusalén, Dios hace oír su voz, ya está presente, en camino con su
pueblo. Viene la salvación, llega Dios como su Salvador. Trae su paga, su
recompensa, es decir, su venida es un cúmulo de bienes y bendiciones. Su pueblo,
será pueblo santo, serán los rescatados de Yahvé, jamás abandonados.
b.- Tit. 3,4-7: Se ha manifestado la bondad de Dios.
El apóstol entre los deberes de los fieles en general, exhorta a los cristianos a
acoger y ser buenos con los paganos, sin olvidar que también ellos fueron
rescatados de un proceder inútil. Lo que distingue a un cristiano es la bondad,
reflejo de aquella que Dios mostró en Cristo Jesús, y que ellos han aceptado como
salvación, pero salvación que sigue velada para el pagano (cfr. Tit.3,1-3). Esa
manifestación de la bondad de Dios, ha sido totalmente gratuita, no fruto de las
obras de justicia, sino que es la gracia de Dios, la que nos constituye como
cristianos. De ahí se concluye, que no hay ningún título de gloria que invocar en
oposición a los paganos (v. 5). Universalismo de la salvación, que se desprende de
la Encarnación, el ser humano del Hijo de Dios. Es en Cristo, donde confluyen la
humanidad de Dios y la divinidad del hombre (v.4). Es el misterio de la humanidad
de Dios, revelado hoy en Belén.
c.- Lc. 2, 15-20: Encontraron al Niño acostado en el pesebre.
El mensaje del ángel de Dios nos son sólo palabras sino todo un acontecimiento.
Los pastores fueron llamados a ser testigos de cuanto habían escuchado y visto.
Creyeron y pudieron ver lo que habían creído, van con presteza a cumplir la
voluntad de Dios. Los hombres comienzan a caminar hacia el Niño que está en el
portal de Belén, donde está la salvación y la gloria de Dios. Los pastores
encontraron cuanto se les había anunciado, es Dios quien los guiaba, hasta
encontrar lo que buscaban. Lo que vieron fue a María y a José y a Jesús acostado
en el pesebre. El signo de Dios, la revelación de Dios, está ahí delante de ellos,
adoran con José y María al Niño acostado en el pesebre. El esplendor de este
evangelio, viene del nacimiento histórico de Jesucristo, porque la luz viene de ese
Niño que ha nacido. Los pastores han visto lo anunciado, pero refieren lo que se les
había dicho acerca de este Niño. Su anuncio consistirá en lo que se les anunció, el
hecho histórico, y lo que se les dijo acerca de ese Niño. No todos pueden ver lo
acontecido, sólo los testigos predestinados; los otros escuchan el mensaje de estos
testigos. Fruto de escuchar nace la admiración. María recibe un mensaje de los
pastores acerca de su Hijo, confirmando lo dicho por Gabriel e Isabel, lo
profundizan estos humildes pastores. María, no sólo se asombra, sino que guarda
en su corazón estas palabras. Lo vivido por María en la anunciación, visitación y
nacimiento, es fuente inagotable de meditación, decisiones, adoración, alabanza,
gratitud y gozo y fidelidad. Dios había escogido a éstos, los más pobres, que
estaban en vela, los convierte en testigos del Mesías recién nacido y heraldos de la
buena noticia. Desde entonces glorifican y alaban al Señor, porque Dios causa la
salvación por Jesús. Amor con amor se paga; humillémonos y reconozcamos en
ese Niño Jesús al enviado del Padre de los cielos, para nuestra salvación. Pongamos
la vida en sus manos y ella se convertirá, en lo que hemos soñado toda nuestra
vida: ser felices porque desde hoy nuestra existencia tiene sentido vivirla. Feliz
Navidad…
San Juan de la Cruz, vuelca su alegría en versos como éstos por el feliz
acontecimiento del Nacimiento del Redentor: “Los hombres decían cantares, / los
ángeles melodía, / festejando el desposorio/ que entre tales había; pero Dios en el
pesebre / allí lloraba y gemía, / que eran joyas que la esposa/ al desposorio traía”
Romance del Nacimiento (vv. 295-300).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD