Comentario al evangelio del Jueves 26 de Diciembre del 2013
Nacimiento y muerte, ¡qué próximos!
Nacimiento y muerte están mucho más cerca de lo que parece. Nacemos para morir. Morimos para
nacer. Extraña costumbre la de la Iglesia: ¡llama “día natalicio” al día de la muerte de sus santos! Ayer
celebramos la Navidad de Jesús, hoy el día natalicio de su primer mártir: el joven Esteban.
Escuchemos las palabras de Jesús que nos dan la clave.
Esteban era en Jerusalén como un inmigrante: helenista, no judío. A pesar de la situación precaria en
que vivían en Jerusalén, como ahora también, los inmigrantes, a pesar de una cierta marginación
incluso en la comunidad cristiana, supo asumir su vocación de mensajero de la palabra de Dios y
servidor de la comunidad. Su persona destellaba un esplendor especial que seducía. Hablaba de Jesús
con un frescor especial. Las autoridades percibieron su peligrosidad y, por eso, acabaron enseguida con
él, condenándolo a muerte y apedreándolo. San Lucas nos presenta la muerte de Esteban con rasgos
muy semejantes a la de Jesús.
En el evangelio de hoy Jesús pide a sus discípulos tres cosas: 1) que no se fíen de la gente, ni siquiera
de los miembros de su familia; 2) que no se preocupen de lo que van a decir o cómo lo van a decir
cuando sean llevados a los tribunales; 3) que perseveren hasta el final.
Al pedirles que no se fíen de la gente, les está diciendo que sean prudentes porque cualquiera podrá
delatarlos ante las autoridades. Son objeto de un odio diabólico a causa del nombre de Jesús. Si eso
ocurriere, sin embargo, que no se preocupen porque: 1) el Espíritu de Dios Padre hablaré a través de
ellos; 2) y de ese modo tendrán la oportunidad de anunciar el Evangelio a gentiles, gobernadores y
reyes. Finalmente, Jesús les recomienda perseverancia hasta el final, porque al final habrá salvación y
rescate.
Cuando nace la criatura el dragón quiere devorarla. Eso nos dice el capítulo 12 del Apocalipsis.
Cuando nace Jesús Herodes quiere matarlo. Cuando nace la Iglesia Esteban es apedreado y muere.
Parece que no hay navidad que no traiga consigo un mensaje también de martirio.
Herodes, dragones homicidas, martirizadores son símbolos del mal que emerge allí donde hay un
nuevo nacimiento. Cualquier buena iniciativa, cualquier buen sentimiento que quiera hacer cambiar
una vida, encuentra siempre la oposición, un maldito demonio que quiere acabar con ello. No nos
dejemos amedrentar por el mal. No le demos importancia al mal. Porque donde abunda el pecado,
sobreabunda la gracia.
J.C.G