Comentario al evangelio del Sábado 28 de Diciembre del 2013
P { margin-bottom: 0.21cm; }A:link { }
En estas fechas de navidad parece que todos nos volvemos más sensibles a la humanidad, a todo lo que
durante el resto del año parece que está dormido o dormitando. Bueno, siempre es bueno que
reflexionemos sobre lo que estamos viviendo, aunque sea navidad.
Hoy es el día de los inocentes, de los que murieron entonces y de los que mueren hoy. De los inocentes
que no pueden defenderse en la vida, de los que no tienen voz, de los que no han sido registrados en
ningún sitio y, por tanto, no existen en los documentos oficiales, pero que sí tienen una vida propia,
como la tuya y la mía.
Hoy es el día también de los que tenemos a nuestro lado con la inocencia suficiente como para
quitársela de en medio. Nuestros niños, los que serán mañana los hombres y mujeres que viven
creciendo entre nosotros, que los enseñamos a soñar con mundos de nubes de colores y espumas, de
algodón y ternura. Los que tienen un corazón limpio y no han olvidado la sencillez y las ganas de
seguir descubriendo la bondad en el corazón del hombre.
En algunos sitios siguen siendo causa de risa, pero en el fondo de nuestro ser todos deseamos ser como
ellos, sencillos, amistosos, con un corazón capaz de amarlo todo.
Felicidades si hoy sigues sintiendo por dentro la inocencia que te hace asomar a la vida con otra
mirada. Felicidades si todavía sigues apostando por el amor, a pesar de todo lo que te hayas encontrado
de negativo en tu camino. Felicidades si te has despertado y has mirado al sol y a la tierra y te han
parecido buenos. Felicidades si quieres sentir la brisa en la cara y no te importa que tus vecinos lo
critiquen... porque la inocencia sigue siendo tu fiesta y Dios puede habitar en ti cada mañana para
abrirse camino entre los que tienen sed de esa inocencia que perdieron en tiempo y que no logran
rescatar por sí mismos.
Hagamos de este mundo una casa donde todo huela más a hombre, a pan y a justicia.
J.C.G