DIA 26 DE DICIEMBRE
SAN ESTEBAN, DIACONO Y PROTOMARTIR.
Día Segundo en la Octava de Navidad
Lecturas Bíblicas
a.- Hch. 6, 8-10; 7, 54-60: Martirio de Esteban.
Esteban, uno de los siete diáconos, elegido por la comunidad, confirmado por el
Colegio Apostólico y colaborador en la atención de la comunidad de Jerusalén.
Ejerce el ministerio de la palabra y realiza signos en el pueblo, al estilo de Jesús, lo
que le granjeó el odio de los Jefes de la Sinagoga (cfr. Hch. 6, 8-10). El relato del
martirio de Esteban, es un eco de la pasión de Cristo Jesús. En su discurso ante el
Sanedrín, Esteban, hace una revisión de toda la historia de salvación, donde hay
una constante: la infidelidad de Israel desde la construcción del templo, orgullo de
los judíos, como el rechazo a la palabra de Dios. Confirmaba esto con dos hechos
de la tradición judía, el haber martirizado a todos los profetas, llegando hasta el
presente con la muerte del único Justo, Jesús, el Mesías (cfr. Hch. 3, 14). Jesús,
representa al Siervo paciente, de Isaías, y el Justo perseguido, del libro de la
Sabiduría (cfr. Sab. 2,10). La otra tradición era, que la Ley había sido dada por
ángeles, pero ellos, los judíos la rechazaron; Ley que tenía que llevarles a Cristo.
Como consecuencia la Ley había sido superada, lo mismo que el templo. La crítica
de Esteban, contra el Sanedrín era contundente; ellos rechinan sus dientes (v. 54),
hasta que se enciende su ira, con la mención del Hijo del Hombre, que Esteban
afirma ver, una vez que los cielos se han abierto y puede contemplarlo en su gloria
(v.56). Realidad insufrible para los judíos, porque significaba, afirmar que Esteban
había tenido una teofanía: Dios aprobaba sus palabras, los cristianos estaban en el
recto camino. Jesús es presentado como Hijo del hombre, de pie a la derecha de
Dios, para recibir a su mártir y diácono Esteban, a quien sale a recibir. Sus
afirmaciones, como que ve a Jesús participando de la gloria de Dios, les resultaban
blasfemas a los judíos, ellos que habían matado a Jesús, precisamente por
blasfemo (cfr. Mt.26, 65). El acusado, se había convertido en acusador, del
Sanedrín respecto a Jesús. A Esteban lo sacan de la ciudad, según la Ley y lo matan
mediante lapidación, se cumplen en él, las palabras del evangelio, su testimonio lo
conocerán todos, hasta los confines de la tierra. Muere entregando su espíritu a
Dios Padre y, pidiendo el perdón para sus verdugos (vv. 59-60; cfr. Lc. 23, 34). La
muerte de Esteban le da la oportunidad a Lucas de presentarnos a Pablo, a cuyos
pies dejaron los judíos sus mantos (v.58). La oración de Esteban tomada del
Salterio (cfr.Sal.31,6), se dirige a Dios, pero él, la reorienta directamente al Señor
Jesús. Esto viene a significar, que Jesús es el centro de la vida del creyente, por
ello, Esteban, lo invoca en su muerte. Pone su confianza en Jesús exaltado, sentado
a la derecha de Dios. La petición de perdón para sus verdugos, por parte de
Esteban, lo asemeja más a Jesús, en la acusación que ha sufrido, y en la pasión
que vive, como la de su Maestro (Lc.23, 43). Jesús frente al Sanedrín había
afirmado: “Desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Poder y
viniendo sobre las nubes del cielo” (Mt. 26, 64). Esteban ve cumplida esta palabra
en su martirio, antes de entregar su vida por Cristo y su Iglesia.
b.- Mt. 10, 17-22: No hablaréis vosotros, sino el Espíritu.
La persecución, es señal para el profeta, como para el apóstol y testigo, de la
autenticidad de su misión. Lo contrario, sería dejarse seducir por este mundo y ser
entregado a la concupiscencia de los ojos, de la carne y del dinero (cfr. 1 Jn. 2,16).
El testimonio del cristiano es, en definitiva, una denuncia. ÉL nos previno afirmando
que si el mundo lo odió a ÉL, también nosotros sufriríamos su desprecio (cfr. Jn.
15, 18-19). A la autenticidad de la misión probada por la persecución, se agrega la
fidelidad de la cual es un aviso. La fidelidad al evangelio y a los valores del Reino,
es una denuncia, contra quien detenta el poder y transgrede los derechos
fundamentales del hombre y de la convivencia social, más elemental. En este
evangelio, encontramos una profecía, pero además la amarga experiencia de la
Iglesia naciente de Jerusalén, es decir, su cumplimiento. En este texto, se pasa de
las palabras de Jesús, a la experiencia vivida en el seno de la comunidad. Cuando
escribe Mateo, año 70, la comunidad experimenta el rechazo oficial de la Sinagoga,
que había prohibido a cualquier judío, profesar que Jesús era el Mesías. Vino la
persecución, la entrega a los tribunales, encarcelación; el apóstol Pablo personifica
esta realidad en los Hechos. Todo esto trajo problemas graves a las familias,
divisiones, pues unos estaban a favor de Jesús, otros en contra, unos pertenecían a
la Iglesia, otros a la Sinagoga. Jesús aconseja prudencia: ser astutos como la
serpiente (cfr. Gn. 3, 1), sencillos como palomas ante los hombres, es decir, ante
los que no creen en Dios (cfr. Mt. 8, 27; 10, 32). Si bien, la persecución es causa
de dolor, vista desde otro parámetro, es una bendición. Los apóstoles son llevados
a los tribunales de los hombres, Pedro y Juan, Esteban y Pablo, por ser mensajeros
de la Palabra de Dios; el Evangelio desciende a las cárceles, llevado a esos hombres
impíos. Ahí se ve que Dios está a favor de ellos, pues se juzga en el fondo, la
Palabra de Dios, a Jesucristo mismo, da a los discípulos la palabra oportuna para
defenderse. Dejarán mudos a las autoridades reyes y jefes religiosos, teniendo en
cuanta que eran “hombres sin instrucción y cultura”, como escribe Lucas (Hch. 4,
13). El rechazo de Israel, Mateo, no lo ve como algo definitivo, ya que como Pablo
(cfr. Rm.11), espera que finalmente, acepte el mensaje del Mesías y se convierta.
La Iglesia, muchas veces tiene que levantar su voz, para defender a las personas y
sociedades, por caminos de diálogo y de justicia, velar por los derechos humanos,
la fraternidad, la libertad religiosa, cuando los Estados olvidan su rol. Se puede dar
también, que el rechazo, no sea al Evangelio en cuanto tal, sino a los cristianos,
pastores y fieles, que no damos el testimonio que la sociedad exige de nosotros,
hombres y mujeres que dicen tener fe en Dios.
Teresa de Jesús, nos invita a contemplar la vida verdadera en la Faz del Niño Jesús
que reverbera la luz de Dios: “¡Ah, pastores que veláis/ por guardar vuestro
rebaño! Mirad que os nace un Cordero, / Hijo de Dios soberano/ ¡Soncas!, que
estoy aturdido, / de gozo y de penas junto. / Si es Dios el que ha nacido, / ¿cómo
puede ser difunto?/ Oh, que es hombre también junto, / la vida estará en su mano!
/ Mirad que es este Cordero/ Hijo de Dios soberano” (Poesía 11 Pastores que
veláis).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD