DÍA 27 DE DICIEMBRE
SAN JUAN, APOSTOL Y EVANGELISTA
Día Tercero en la Octava de Navidad
Lecturas Bíblicas
a.- 1 Jn. 1,1-4: Os anunciamos lo que hemos visto.
Juan, apóstol y evangelista, es otro testigo de la luz de Cristo. Testigo de los
momentos más importantes de la vida del Señor Jesús: su Transfiguración, su
agonía en Getsemaní, pasión y muerte y el primero, en contemplar la tumba vacía,
hasta verlo Resucitado. El primero en creer en Jesús Resucitado, guiado por la fe y
el amor lo reconoce vivo (cfr. Jn. 20, 9). El testimonio de los apóstoles acerca de la
Resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe. Lo que vieron y oyeron,
contemplaron y palparon de la Palabra de Vida que es Jesucristo, es lo que el
apóstol anuncia a los hombres de su tiem del Padre. Él quiere comunicar esa vida, y
lo hace por medio de su Palabra (cfr. Jn. 10,10).
b.- Jn. 20, 1-8: Juan llegó el primero al sepulcro.
A Juan le interesa, no tanto el Cristo histórico, sino la Palabra de vida, vida que
nos comunicó, y que la Iglesia vive día a día, desde el principio, es decir, desde el
momento de la Resurrección, el encuentro con sus discípulos hasta hoy. Los
apóstoles, sin mencionarlos son los testigos privilegiados, lo importante, es lo que
contemplaron, lo que vieron: Dios se ha manifestado en Jesús de Nazaret.
Enriquecidos con su Evangelio, los cristianos ahora gozan de la participación en la
vida de Dios. Lo que ahora viven, lo quieren compartir con los demás, hasta llegar
al gozo completo, o perfecto de la unión con Dios (1Jn.1,4). La alegría cristiana, se
fundamenta en la comunión con Dios, y en aquello que aleja las causas de tristeza,
en la certeza, que los pecados son perdonados, y en la exclusión de una muerte
eterna. La comunión con Dios, da una alegría para siempre, ya en esta vida para
continuarla en la eternidad. Ese mismo Jesús, que fue envuelto en pañales en el
portal de Belén, deja el sudario, con que fue sepultado, porque ya no lo necesita su
cuerpo glorioso de Resucitado. Su Resurrección, es garantía de la nuestra. Desde la
cuna de Belén, Jesús revela la gloria de Dios, con su venida en carne mortal, pero
sobre todo en su Resurrección. El Bautismo y la Eucaristía, nos hacen partícipes de
esa vida del Crucificado y Resucitado. Gracias a este testigo privilegiado, Juan
apóstol, tenemos varios documentos escritos, como son su evangelio, cartas, y el
Apocalipsis. Tema fundamental de su obra, es la gloria de Dios, y su Palabra,
manifestada en Cristo Jesús, el Mesías, el Enviado del Padre. Su evangelio, tiene las
características de un proceso judicial, donde se contraponen la mentalidad de Jesús
y los judíos. Como también, lo nuevo y lo viejo, la luz y las tinieblas, la fe y la
incredulidad, los discípulos y la sinagoga. Extremos irreconciliables y radicales. Para
Juan, ese juicio del mundo contra Cristo continua hoy. ¿De qué parte estamos
nosotros?
Santa Teresa de Jesús, nos invita a contemplar el Bien, atributo divino recostado en
el pesebre de Belén. “¡Ah, pastores que veláis por guardar vuestro rebaño! Mirad
que os nace un Cordero, Hijo de Dios soberano. / No sé para que le piden, /pues le
dan después tal guerra. / Mía fe, Gil, mejor será/ que nos torne a su tierra. / Si el
pecado nos destierra, / y está el bien en su mano, / ya que ha venido, padezca/
este Dios tan soberano” (Poesía 11 Pastores que veláis).
po y del nuestro para que también nosotros entremos en comunión con ÉL, como
ellos lo hicieron en su tiempo. Se trata de entrar en comunión con Cristo y el Padre
(vv.1-4). El apóstol Juan, quiere establecer lo esencial, desde el comienzo de su
carta: la comunión con Dios, fuente de vida eterna. Comunión que encuentra su
inicio en la Encarnación del Logos eterno, en carne mortal, y que ahora se
manifiesta en la comunidad eclesial, donde prima el amor fraterno. Jesús es la
palabra de la vida, conociendo el evangelio de Juan, así lo presenta como palabra y
vida para el hombre que cree y lo acepta como Enviado
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD