II domingo después de Navidad. A
La norma de conducta
La Palabra: “En la Palabra está la vida y la vida es la luz de los hombres; viniendo
a este mundo, la Palabra ilumina a todo ser humano” (evangelio).
1. En tiempo de Jesús algunos religiosos cualificados pensaban que la norma y el
criterio para una conducta buena era cumplir leyes y prácticas religiosas. Pero el
evangelio, siguiendo la conducta del Maestro, dice que el criterio de verdad y de
bondad no es tanto el cumplimiento de preceptos y prácticas religiosas, sino la
preocupación y el compromiso por la vida, la propia, la de los otros y la de la
creación.
2. A Jesús de Nazaret no le preocuparon mucho los ritos religiosos ni los
cumplimientos. Lo que le impactó y preocupó de verdad fue la miseria del pueblo
pobre dominado por un grupo que se había hecho con el poder económico y
manipulaba también a la religión judía para su servicio. Por eso Jesús defendió a los
pobres, curó enfermos, denunció a los potentados arrogantes. Con su forma de
vivir y de actuar, dejó claro que la dignidad de las personas –que puedan sobrevivir
y moverse con libertad siendo ellas mismas– vale más que cualquier progreso
económico, proyecto político y toda práctica religiosa. La persona es fin y nunca
puede ser tratada como medio para mantener o apuntalar instituciones.
3. A veces tratamos de enjuiciar nuestra conducta solo por los cumplimientos
religiosos o por las observancias de las leyes civiles. Lógicamente, debemos tener
unas prácticas religiosas y unas normas que son como indicativos y cauces para
nuestra conducta. Igualmente, necesitamos una legislación civil para una
convivencia política. Pero puede ocurrir que nuestras prácticas religiosas queden
vacías de contenido si falta la fe, y que las leyes civiles no respondan a la justicia.
Entonces, ¿cuál es el criterio para saber si nuestras prácticas religiosas responden a
la verdadera fe cristiana y nuestros cumplimientos de la legislación civil responden
a la justicia? El criterio es muy sencillo: si esas prácticas religiosas y esos
cumplimientos legales promueven o no la dignidad y la vida de todas las personas.
Es un criterio del evangelio que vale para todos, seamos o no creyentes cristianos.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net